—¿Y ese quién era?
—Osvaldo Ramírez era un bandido, bueno más bien un asesino que fue jefe de las bandas en el Escambray a finales del año 60. Ramírez había sido miembro del Directorio Revolucionario 13 de marzo incluso miembro del Ejército Rebelde, pero al triunfar la revolución fue expulsado del Ejército. Él no tenía ideas que concordaran con las reformas que estaba haciendo Fidel, vaya que no apoyaba a la Revolución y lo sacaron por indisciplina de las filas del Ejército. Ese hombre era un asesino de verdad, torturaba, mataba familias enteras, así sin más, familias inocentes, hasta niños y jóvenes. Él fue el responsable de la tortura y la muerte del alfabetizador Conrado Benítez. Lo torturó, lo encerró en una jaula de madera, lo chantajeó diciéndole que si se unía a los bandidos le perdonaba la vida, pero el jovencito no se rindió. Joven, que joven, solo tenía 18 años.
Bueno pues el 10 de abril de 1962 me llama Luis Felipe Denis Díaz que era el jefe de operaciones de la seguridad en el Escambray como y les conté y me dice:
—Oye guajiro, tengo un tipo secuestrado, te lo voy a mandar para allá, trata de pasarlo hoy mismo por El Molino porque es miembro de la cadena de Osvaldo Ramírez.
Osvaldo Ramírez tenía un grupo de colaboradores que le decían la cadena. Era un grupo encabezado por un traidor de apellido Bombino, Leonrdo Bombino López se llamaba, nosotros confiábamos en él imagínense era teniente de nosotros, bueno pues Bombino les avisaba para que se mudaran de lugar cada vez que las milicias o la gente de la Seguridad descubría la posible ubicación de ciertos grupos de bandidos relacionados con Osvaldo.
Entonces recibí al hombre que me mandó Denis, lo interrogué, se llamaba Delfín Marcos Jiménez. Osvaldo le decía el “G-2”, porque tenía una planilla como informante y Osvaldo lo descubrió y en lugar de hacerlo saber usó esa información para decirle a la Seguridad lo que a él le convenía. Vaya, que lo usó para desinformar.
Luego del interrogatorio el tal Delfín había delatado como a diez colaboradores de los bandidos y nos había dicho dónde estaba Osvaldo, en la zona de Barros cerca de Trinidad. Enseguida llamé a Denis y se puso en marcha la operación contra la banda de Ramírez.
La tropa se fue para la costa que es donde se esperaba que los alzados de Osvaldo estuvieran pues iban a recibir un cargamento de armas por mar. Esto fue entre Trinidad y Cienfuegos.
En ese momento uno de los colaboradores de la banda, Filo, Pancho el grande, que su nombre real era Feliberto Cabrera Carrazana, es detenido por el grupo de Denis. Lo interrogan:
—¿Dónde está Osvaldo?—, le dice Denis.
—Osvaldo está en mi casa, prácticamente en el patio—, responde Filo.
O sea que cuando fueron a detenerlo, a Filo, estuvieron como a unos metros de la banda de Osvaldo, pero como no sabían tuvieron que buscar más tropas para cubrir lo que el mar cubría antes sin tropas. En ese momento no pudieron atrapar a Osvaldo porque Bombino el traidor por medio de la cadena le había avisado a Osvaldo que la Seguridad le iba a tirar un cerco y por lo tanto cuando tiraron el cerco ya Osvaldo había pasado el terraplén para la zona de Aroma de Velázquez. El cerco estaba tirado prácticamente por gusto.
A ver un cerco era un grupo de hombres que, con una formación específica se organizaban para atrapar a los bandidos, podía colocarse en forma de círculo o de manera tal que rodearan a las bandas sin ser vistos. También se acostumbraba a hacer peines que era disponer de varios combatientes que caminaran el paralelo por las diferentes zonas donde pudieran haber bandidos para atraparlos. Por lo general los mejores armamentos y los combatientes más experimentados iban en los peines pues el enfrentamiento podía ser más cara a cara que en los cercos que eran estáticos.
Lo de la confesión de Filo, que se quedó colaborando con las fuerzas revolucionarias hasta el fin de la lucha contra bandidos, fue el día 11 de abril y el 16 al mediodía se realizó un peine por la zona donde estaba Osvaldo. Se forma el tiroteo y un miliciano mata a un hombre entre las matas. ¿Y a qué no adivinan quién era el hombre?
—Osvaldo Ramírez.
—Exactamente. Aunque en ese momento no se sabía que era Osvaldo, pero el sargento de las Fuerzas Armadas Ramón Bravo revisó el cadáver y lo identificó porque al dedo índice de la mano izquierda le faltaba una falange y tenía un tatuaje en el brazo que decía “No hay amor como el de madre”. El miliciano que lo mató se llamaba Ángel Pérez Harrison, le decían el yanqui. A él le regalaron la pistola de Osvaldo. El bandido había disparado primero pero el yanqui tuvo la agilidad de agacharse para evitar que le diera la bala.
—Pero el tal Delfín pasó por el Molino pero dio información falsa.
—Sí. Pero también nos dijo dónde estaba Filo y fue ahí cuando se decidió virar y entonces sí cogimos a Osvaldo. Pero todo este enredo fue por culpa de Bombino. Acuérdense que él era un “desinformador”, un traidor que colaboraba con Osvaldo.
—¡Ah! Ahora sí entiendo.
—El trabajo de este grupo, de “El Molino”, la información que aportó en aquellos momentos fue importante. Recuerden que el grupo se crea porque la Seguridad no estaba estabilizada en los montes. Era recién organizada y el bandidismo acabadito de surgir. Acuérdense que el bandidismo aparece para derrocar la Revolución alrededor de 1960. Entonces se puso en práctica la llamada primera limpia del Escambray, que en realidad fue la Operación Jaula, con esta operación los alzados de la zona pasaron a ser de alrededor de seiscientos unos ciento cincuenta y quedaron dispersos en pequeños grupos escondidos en lugares intrincados. Habían sido capturados seis de los doce cabecillas principales. De esa época hubo 420 bajas de los bandidos, 39 muertos y 381 capturados. Luego fue que en 1962 empiezan los Batallones de Lucha Contra Bandidos, que era todo más organizado desde el punto de vista estratégico para la eliminación de las bandas.
Cuando el bandidismo empieza a coger auge luego de la invasión a Girón la Seguridad no tenía las condiciones creadas y por eso se crea este grupo que va a obtener una información directa, fresca, de primera mano para operar las acciones de los alzados. Esta información se le ofrecía a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y al Ejército Rebelde y se actuaba con rapidez. Tengo que decirles que las fuerzas que operaban en la Lucha Contra Bandidos lo hacían con urgencia, fuerza y decoro, sin atropellar a nadie.
—¿Y tú siempre fuiste de “El Molino”, abuelo?
—No. Con ellos estuve un tiempo. Estuve al frente del grupo hasta el 31 de agosto de 1962, de ahí pasé a dirigir Lucha Contra Bandidos en Yaguajay.
La última banda que desmantelamos fue la de Andrade el 5 de julio de 1965. Lo cogimos en un lugar que le llaman La Cuchilla. Luego de esto Fidel, el 26 de julio de ese mismo año, en un acto por el XII aniversario del ataque al cuartel Moncada efectuado en Santa Clara, se refirió a este hecho y dijo que ya el bandidismo en Cuba había sido arrasado que solo quedaban tres pero ya no como banda sino como fugitivos y que más temprano que tarde caería en manos de las fuerzas revolucionarias.
Quedaban como tres, acuérdense que ya no habían bandas, uno era Luis Santana Gallardo que le decía Luis Vargas, incluso Fidel habló de él en el discurso que les comenté. Bueno este hombre estuvo alzado con la Revolución, pero en aquella ocasión se alzó porque era un cuatrero ladrón de ganado y la guardia rural lo estaba persiguiendo y para escapar fue que se unió a las fuerzas revolucionarias. Se dedicaba antes del 59 a traficar con ganado y droga por eso se alzó con los revolucionarios. Pero al triunfo en el 59 se alzó pero en contra de la Revolución. Quedaba otro que se llamaba Juan García y José Reboso Febles que le decían Pepe Reboso. Este Reboso era ayudante de Vargas y es considerado el último bandido del Escambray, de hecho cuando lo cogimos ya era el año 66. Todo había acabado, él estaba loco por irse para Estados Unidos.
A Luis lo cogimos en Matanzas en una operación que se llamó Exterminio inspirada en la operación Trasbordo donde se atrapó a Carretero y a Maro Borges dos bandidos connotados. Julio Emilio carretero había sido policía durante la dictadura de Batista. Su banda era bastante sanguinaria. Fueron ellos quienes asesinaron al maestro Manuel Ascunce y al miliciano Pedro Lantigua. Qué bárbaros un niño de 16 años y un campesino inocente. Por el simple hecho de ser alfabetizador y su alumno. Los mataron colgándolos de un árbol, aunque según los médicos que los examinaron después de fallecidos ya estaban casi moribundos antes de ser expuestos de esa manera en las ramas del árbol.
La estrategia era convencer a los principales cabecillas de las bandas más importantes para que se fueran del país de manera ilegal. Con ayuda de la seguridad se sabía dónde podían estar estos alzados, se buscaban, se mandaban agentes experimentados a convencerlos y llevarlos a las costas a esperar a que los buscaran para supuestamente llevárselos a Miami definitivamente.
Cuando el cabecilla estaba convencido se mandaba a la costa con el agente, que fingía ser colaborador de los bandidos claro, allí lo recogía una lancha rápida que se suponía que era la guardia marítima de los estadounidenses, pero en realidad eran lanchas soviéticas que eran de la seguridad y de nuestro ejército. Esas lanchas llevaban a los bandidos a unos barcos que se llamaban buques madre, esos también eran soviéticos (esos barcos se les pintaban como si fuesen americanos). Cuando llegaban a los barcos grandes les esperaba todo un comité de bienvenida. Agentes de la seguridad disfrazados con trajes americanos les ofrecían bebidas, comida todo un ritual para que pensaran que eran del ejército yanqui de verdad. Durante esa supuesta recepción les hacían escribir su hoja de historias como alzados. Vaya las acciones que habían hecho mientras estuvieron dentro de las bandas. En esas hojas los bandidos escribían todo lo que habían hecho como guerrilleros que era el nombre que los yanquis le decían a esos asesinos. Algunos escribieron hasta cosas que no habían hecho con tal de congraciarse con los americanos, lo que ellos no sabían que eran revolucionarios a los que les estaban haciendo sus confesiones.
Cuando los bandidos terminaban de comer, de beber y de confesarse, los falsos yanquis los convidaban a que pasaran a vacunarse, fumigarse y todo tipo de protocolo de salud para supuestamente poder entrar a suelo norteamericano. Esto se hacía cuando los barcos llegan a los cayos, Varadero o cualquier otro lugar del litoral de las costas cubanas haciéndoles creer a los alzados que era tierra miamense.
Al bajar al aparente puesto médico los esperaban los combatientes de la seguridad para llevárselos presos. Así cogimos a unos cuantos cabecillas. En ambas operaciones Exterminio en Matanzas y Trasbordo en las Villas.
El agente Alberto Delgado Delgado fue una pieza clave en esta operación. Pero lamentablemente durante la aplicación de esta estrategia para capturar al bandido Cheíto León que pertenecía a la banda de Carretero lo mataron. Los alzados que quedaron de esa banda sospechaban de Alberto pues no habían recibido noticias de Carretero y lo acusaron de ser del G-2. Lo mataron el 28 de abril del 64. Aníbal Velaz y Denis fueron los que lo encontraron cerca del río Guaurabo en la carretera que va hacia la playa de La Boca alrededor de cuatro quilómetros de Trinidad. Se lo llevaron pero tuvo que ser enterrado como un contrarrevolucionario.
—¿Ese no es el hombre de Maisinicú? ¿El de la película?—, pregunté.
—Ese mismo. Le decían así porque había conseguido que le dieran la finca Maisinicú para colaborar de manera más fácil con los bandidos y asegurar el trabajo eficaz de la seguridad en la zona. Luego, en el año 1967 lo desenterraron y se le concedieron honores militares como lo merecía y hoy descansa en el cementerio de Colón en La Habana. A lo mejor algún día puedes ir allá.
Y entonces a él, que es un tipo duro, se le aguan los ojos y la mirada se le pierde por la ventana. Mi abuelo, es un héroe, una persona común; Andrés Leyva Castro, el General, es también un cazador de bandidos.
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