La integralidad de la lucha campesina colombiana ha incluido las comunicaciones, como un eje estratégico donde se soporta la denuncia política y visibilización del quehacer campesino. En aquellos territorios (casi todos) donde esta tecnología llega por parte de los medios privados para informar la miseria y sus estragos bajo el enfoque amarillista, las comunidades organizadas han puesto en marcha sus propios medios para informar al mundo que el campo no es un rincón apartado de la ciudad donde se mata la gente entre sí.
El sociólogo e intelectual orgánico Fals Borda incorporó en su caminar por los territorios caribeños la crónica para relatar su relación con estas comunidades al tiempo que desarrollaba sus investigaciones. Así mismo la documentalista Martha Rodríguez también ha puesto a disposición del mundo rural sus conocimientos y experiencia documental; pero que las comunidades rurales fueran las autoras de sus propios productos comunicacionales, aumentó a finales de los noventa e inicios de los 2000.
La Asociación Campesina de Antioquia —ACA— (departamento de Antioquia), por ejemplo, empezó sus primeros pasos en el video retratando las condiciones de abandono y miseria de este campesinado después de su destierro a manos de paramilitares y fuerzas militares. Así mismo, otro caso de la lucha comunicacional hecha por campesinos a principios de siglo está en el Catatumbo (norte de Santander) cuyo trabajo se ha centrado desde el nacimiento del Comité de Integración Social del Catatumbo —CISCA— a acompañar la reconstrucción del tejido social, visibilizar los trabajos de los comités de economía propia, las denuncias en Derechos Humanos y a informar todo el trabajo social y político de este proceso agrario e indígena que nació por el interés de las comunidades de retornar a su territorio después de la arremetida paramilitar que asesinó y expulsó a sus habitantes.
Al igual que estos dos casos hay más procesos agrarios que incorporaron la radio o la prensa como medios para expandir su propuesta política. Es decir, lo comunicacional ha sido un eje transversal en el trabajo político y territorial del campesinado que, además de cumplir el papel de informar, también aporta al fortalecimiento de la cultura campesina, a la sistematización de los saberes comunitarios en la agricultura, agroecología, transformación de productos, como al empoderamiento de los sujetos que se inician en este campo de la disputa ideológica.
Por las condiciones geográficas, los lenguajes preponderantes en estos territorios ha sido la radio (comunitaria o privada) y ahora las redes sociales con sus predominantes contenidos audiovisuales, pues el acceso a un celular y al plan de datos se ha facilitado cada vez más entre el campesinado. En el primer lenguaje, las redes de emisoras comunitarias se convierten en referentes de opinión entre la ruralidad, ya que su escucha diaria con diversos temas no solo permite estar informado de lo que pasa en la localidad, el país y el mundo sino también la reproducción musical y programas culturales que van cimentando una rutina que acompaña a la familia y comunidad.
Además, la emisora comunitaria se caracteriza, entre otras cosas, por incluir saludos y razones de los públicos convirtiéndose en un medio que levanta puentes entre las personas. La red de emisoras comunitarias de Arauca y Boyacá, Nariño y Cauca lo demuestran; sus protagonistas son campesinos, indígenas o afros, dependiendo de la comunidad donde suena la radio local.
En los procesos organizativos donde no alcanza el presupuesto para sostener un medio radial, las redes sociales son la mejor alternativa para informar sobre sus actividades. Así es como la Asociación Campesina del Huila, el Comité de Integración del Macizo Colombiano —CIMA— en los departamentos de Cauca y Nariño (junto a otras) alimentan su propia página de Facebook junto a un perfil propio en Twitter con material fotográfico diario de sus actividades en huertas, reuniones, escuelas de formación, movilizaciones, comunicados públicos, pronunciamientos políticos con el ánimo de no quedar atrás en la disputa ideológica.
Siempre con el toque característico del campesino, estos contenidos se distinguen por el dialecto, palabras usadas en la región, humor e ironía, sin olvidar la visión crítica de la vida que hacen, de toda esta información, un relato político que abona en la creación de lenguajes propios, capaces de cosechar la formación de sujetos políticos arropados por el proyecto de una nación para la Vida Digna.
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