La promoción de un «cambio de régimen» requiere el empleo de múltiples instrumentos del poderío nacional con un determinado nivel de intensidad y una gradualidad en el tiempo. En términos generales, Estados Unidos ha utilizado las herramientas económicas, diplomáticas, informacionales y militares. En este tipo de ofensivas estos instrumentos se utilizan con un enfoque de marcada agresividad que se expresan en un régimen de sanciones económicas, medidas de aislamiento internacional, operaciones de desinformación y uso de la propaganda, así como agresión militar o amenaza con el uso de la fuerza.
En el caso de Venezuela se ha realizado un intenso despliegue de todos estos recursos a partir de enero del 2019 hasta la actualidad. La implementación de las acciones ha estado orientada a propósitos muy concretos que se han expresado de la siguiente forma:
- Enero: Se empleó con mayor intensidad el instrumento diplomático con el objetivo de aislar internacionalmente a Venezuela a partir del no reconocimiento al gobierno legítimo de Nicolás Maduro. Estados Unidos trató de conformar una coalición internacional y empleó con prioridad el Grupo de Lima y la OEA para crear las condiciones necesarias que le permitieran imponer un presidente autoproclamado en Venezuela el 23 de enero. Por lo tanto, para el deseado cambio de régimen, el primer paso sería contar con una figura de la oposición para cuando comenzara el pretendido proceso de transición.
Simultáneamente, se recrudeció el régimen de sanciones económicas contra Caracas al decidir que Washington no le compraría más petróleo, se intensificó la manipulación mediática de la realidad venezolana y se iniciaron las acciones de amenaza con el uso de la fuerza militar el 28 de enero con la insinuación de Bolton de las 5 000 tropas para Colombia.
- Febrero: Se produjo una ofensiva empleando el instrumento militar con el propósito de proyectar como creíble la posibilidad de que Estados Unidos realizaría una agresión militar contra Venezuela. El objetivo estratégico era debilitar y quebrar la moral de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en función de que apoyará el intento de entrar de manera forzada «ayuda humanitaria» a Venezuela el 23 de enero. En los cálculos de Washington, esta situación contribuiría a que los militares venezolanos comenzaran a dividirse internamente. El fracaso de esta maniobra, provocó que comenzara una escalada dirigida a promover la desestabilización interna.
- Marzo: Se intensificaron las acciones dirigidas a provocar el colapso del país a través de la guerra cibernética y el terrorismo, lo que ocasionó fuertes daños en la infraestructura crítica de la nación al afectar el sistema eléctrico, el transporte público, las comunicaciones y generó una situación muy compleja en la población civil venezolana. Paralelamente, se incrementaron las sanciones económicas unilaterales contra la compañía minera venezolana y el banco de desarrollo económico-social en la segunda quincena de marzo.
- Abril: Se reforzaron los esfuerzos por aislar internacionalmente a Venezuela con prioridad en el empleo del instrumento diplomático, lo que se manifestó en reuniones en la ONU, OEA y el Grupo de Lima. Simultáneamente, continuaba con todo rigor la guerra psicológica y seguía apostándose a la amenaza con el uso de la fuerza militar. El propósito fundamental era crear las condiciones para el golpe fallido que se realizó el 30 de abril.
El fracaso de esta acción constituyó un punto de inflexión en la estrategia contra la nación bolivariana debido a que generó las siguientes implicaciones: Guaidó como figura de la oposición se debilitó considerablemente, la coalición internacional comenzó a fracturarse internamente con relación a los métodos para resolver la situación en Venezuela y destapó públicamente las profundas contradicciones entre el Pentágono y los asesores políticos de la Casa Blanca con relación al empleo de la fuerza militar. Por lo tanto, el gobierno de Nicolás Maduro salió fortalecido tras esta maniobra golpista.
- Mayo: Los primeros días, Washington empleó con intensidad la amenaza con el uso de la fuerza militar con pronunciamientos públicos en esa dirección. No obstante, declaraciones de Trump el 4 de mayo descolocaron a los promotores del enfoque guerrerista y comenzó un proceso de debilitamiento progresivo de esta opción. La reunión de Pompeo con el canciller ruso, Serguei Lavrov el 6 de mayo en Finlandia; la iniciativa del Grupo de Lima de buscar una salida negociada a la crisis con la participación de Cuba y la realización de un encuentro entre representantes del gobierno noruego con la oposición venezolana y miembros del gabinete de Maduro el 17 de mayo en Oslo, incidieron en construir un clima de cierta distensión y menos retórica confrontacional. No obstante, Estados Unidos continuó insistiendo en las sanciones económicas, la guerra mediáticas y las presiones internacionales.
Consideraciones finales
El modelo de cambio de régimen aplicado contra Venezuela ha empleado todos los instrumentos con alto nivel de intensidad. Las premisas fallidas de las que partió el gobierno estadounidense provocaron graves errores de cálculo político en la implementación de su estrategia, lo que ha impactado de manera considerable en el fracaso que están experimentando.
Los principales obstáculos que han enfrentado han sido: la capacidad de resistencia del pueblo venezolano; el liderazgo del presidente Maduro y su equipo de gobierno, la lealtad y compromiso de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y el apoyo de importantes países de la comunidad internacional en especial de Rusia y China. Por lo tanto, Estados Unidos no tiene otra opción que mantener un cambio de régimen prolongado contra Caracas sin posibilidad de establecer fechas límites. Este mismo modelo se lo han aplicado a la Revolución cubana y ha estado invencible durante 60 años.
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