Los calificativos de sexista, misógino y homófobo recorren los medios de prensa y no son para describir a Donald Trump o a Jair Bolsonaro, maestro y aprendiz respectivamente de ser humano despreciable. En esta ocasión hacen referencia a otro gobernante que se encuentra metido en un lío muy gordo tras una filtración de su mensajería privada.
En tiempos de ciberespacio y sociedades de la información, cuando no hay cartas engavetadas sino conversaciones almacenadas en una «nube», lo tecleado o posteado una vez no será ya eliminado, aunque aparentemente lo borremos. Para suerte de los ciudadanos comunes y corrientes, los políticos no acaban de aprender la lección sobre el peligro que representa el uso inapropiado de las nuevas tecnologías, cuando tantas veces se ha advertido que allí detrás de sus bondades se esconden riesgos potenciales; y es así que se desnudan ante sus votantes, por ser simplemente ciberignorantes.
Tocó el turno a Ricardo Roselló, gobernador de Puerto Rico, mostrarse tal cual es ante el mundo luego de divulgado un chat con funcionarios y amigos que lo ha dejado muy mal parado. Indignación popular, manifestaciones bastante masivas y enérgicas, exigencias de renuncia y severas críticas desde todos los bandos han sido las reacciones inmediatas. Resulta que Ricky —apelativo dado a los Ricardo— se las da de tremendamente ofensivo, soez y vulgar cuando el círculo es estrecho, que si aquella es «puta» o «HP», el otro «gordo», aquel «mamabicho» —en el argot boricua, el término bicho hace referencia al pene— y fulano «solo folla hombres» por solo citar algunos insultos a golpe de clic. Y en el saco de los agraviados cayeron muchos, desde la alcaldesa de San Juan hasta el cantante Ricky Martin, pasando por políticos estadounidenses y puertorriqueños, tanto del partido oficialista como de la oposición.
Todo el mundo habla de terremoto político, pero el verdadero escándalo es que un par de frases injuriosas calen mucho más hondo que la dantesca situación socioeconómica que atraviesa la isla desde hace una década, agravada exponencialmente por el impacto del ciclón María en el año 2017. ¿Qué es más terrible? Saber que el Jefe de Gobierno discrimina a mujeres, homosexuales y discapacitados, o que es un auténtico corrupto, dilapida los fondos públicos, ha tenido un pésimo manejo de la crisis, llevó al país a la bancarrota y su gestión frente al evento meteorológico fue más desastrosa que el mismísimo huracán. También se las dio de anticolonialista convocando al último referendo sobre el estatus de la isla, pero no buscaba con él defender la autodeterminación e independencia, sino «americanizarse» definitivamente.
Apatía política y evasión de los problemas son las salidas que los puertorriqueños le han dado a su situación de caos. Es así que se ha dado una emigración a gran escala hacia tierra continental, teniendo en cuenta las posibilidades que le brinda la categoría de Libre Asociado a Estados Unidos. La fuga ha impedido la presión popular. Aquellos que permanecen lo han hecho casi aletargados y viene a ser lo que ya se conoce como «RickyLeaks» o Telegramgate» —el chat filtrado pertenecía a la aplicación de mensajería Telegram, la misma que se ha visto involucrada en otros destapes como el del actual ministro brasileño de Justicia, Sergio Moro— lo que ha despertado, al parecer, la conciencia política de la gente.
La pregunta es si el sacudión es verdaderamente profundo o momentáneo. Se sabrá si el pedestre gobernador sobrevive o no a la ira que domina hoy las calles. Por lo pronto, ha dicho que no pretende dimitir, en su lugar ha echado al resto de los involucrados en el drama. Y aunque los ya mentados Trump y Bolsonaro son ejemplos sobrantes de que insultar a diestra y siniestra no les compromete el cargo, al contrario, hasta ganan fanáticos que agradecen tal «sinceridad», lo cierto es que Roselló no es de la talla de esos dos, más bien está en la mira de la élite política estadounidense, y si aumenta la coacción interna —figuras de la cultura boricua con gran arrastre de masas ya comienzan a movilizarse hacia Puerto Rico y los distintos partido a ejercer presión— bien podría ser el fin del gobernante. El escenario se complejiza pues una eventual salida de Ricardo Roselló provocaría un vacío de poder, pues quien debiera sustituirlo interinamente es el Secretario de Estado que acaba de renunciar por estar involucrado en el diálogo grosero.
Viene ahora la parte legal del asunto, definir si hay o no delito en lo dicho o entredicho. Ya se han activado los mecanismos legislativos y jurídicos para tales fines aun y cuando el gobernador afirmó que no ha hecho nada ilegal.
Quien sí comienza a sacar provecho del río revuelto es el otro impresentable que lanzó papel higiénico durante su estancia por San Juan. El presidente norteamericano, tan o más ordinario que su colega, justifica ahora con la actitud de Roselló el mantenerle el grifo de dólares cerrado a los puertorriqueños. Mientras, la mitad de la población está en la pobreza, y los casi 3 mil muertos que dejó María siguen sin ser reconocidos —para las estadísticas oficiales murieron menos de 100 personas— y el endeudamiento de más de 70 mil millones de dólares paraliza la economía que vive doblegada a los designios de la Junta de Supervisión Fiscal, en otras palabras, administrada por los gringos. Así estaba Puerto Rico antes de los comentarios inapropiados de su jefe de gobierno y sigue así después de ellos, pero si el destape sirve para que la gente despierte y pida más que palabras amables, bienvenido el escándalo.
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