Contrapunteo

Crónica de un 2 de abril

10 abr. 2017
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Un muchacho se despierta bien temprano en la mañana. Vive en Ecuador, y el domingo es un día muy especial para él, para todo su pueblo. Es 2 de abril, y se decide el curso a seguir durante los próximos cinco años por el gobierno de esa nación. La primera vuelta de las elecciones generales, en las que participaron cerca de 12 millones de personas, no fue definitiva —como es habitual en un país con 70 organizaciones políticas habilitadas para participar en las elecciones generales— y hoy se enfrentan los dos candidatos que más votos obtuvieron el pasado 19 de febrero. Él desayuna, mientras escucha en el televisor los últimos resúmenes noticiosos, los resultados de las encuestas más recientes y el comportamiento de las intenciones de voto.

El joven se pone de pie, recoge sus cosas y sale a la calle. Se dirige a la estación de autobuses, y allí se pone a esperar, al tiempo que mira su ciudad, repleta de carteles promocionando a uno u otro candidato. Por «la derecha», Guillermo Lasso se alza como el hombre de negocios exitoso, capaz de resolver los problemas económicos del país, a partir de la reducción de los impuestos y el incentivo a la gestión del sector privado. Su rival, representando a Alianza País, es Lenín Moreno, exvicepresidente de Ecuador. Una de las pancartas, pegada en la puerta de un establecimiento, muestra a este hombre de 63 años, sentado en su silla de ruedas —pues perdió la movilidad después de recibir un disparo durante un asalto, en 1998—, sonriente, con una mano en alto, acompañado del presidente Correa.

En ese momento, llega el autobús, y el muchacho —que casualmente también se llama Rafael— se monta rápidamente, se sienta y se pone a pensar en el candidato de la izquierda y en todo lo que este representa. Lleva meses al tanto de las propuestas de uno y otro contendiente. La primera vez que escuchó a Moreno emitir una declaración con respecto a su posible candidatura, el aspirante a la presidencia reiteraba su «indeclinable lealtad con el proceso de la Revolución Ciudadana», al tiempo que se refería a ella como un «proceso histórico de transformación de la Patria», del cual se sentía orgulloso.

Envuelto en estos pensamientos, Rafael llega a la mesa electoral en la que ejercerá su derecho al voto. Cuando toma la papeleta en la mano, no puede evitar sentir dudas. Sí, proviene de una familia que apoyó la Revolución Ciudadana desde un primer momento, pero con el paso de los años ha perdido un poco de la fe que sentía por el actual presidente. Durante los últimos diez años, es cierto que Ecuador logró disminuir 25 veces los niveles de inequidad, llevó a la mitad los índices de pobreza extrema y se convirtió en el país con mejores resultados en el aprovechamiento de los recursos petroleros. Pero también es cierto que fueron años de escasa búsqueda de concertación política, donde a veces los reclamos de los estudiantes —jóvenes como él— no fueron escuchados, y en los que se le criticó fuertemente al gobierno la interpretación que se le dio al Socialismo del Siglo XXI.

El muchacho se pregunta si realmente la Revolución debe continuar, si un hombre que lleva los últimos 4 años en Europa —desempeñándose como enviado especial del secretario de la ONU sobre Discapacidad y Accesibilidad— es el indicado para liderar el gobierno, si su condición de discapacitado no limitará sus aptitudes para presidir la República.

Llega el momento definitivo, y con sus escasos 25 años, agarra una vez más su papeleta y piensa en las dos opciones que tiene ante sí. El candidato de la coalición SUMA-CREO propone un Ecuador de cambios —más neoliberales que de otra índole— que podrían interpretarse como un regreso al pasado. Por su parte, Moreno es la promesa de un cambio hacia más equidad, hacia más justicia social. Fue el candidato que apoyó el actual presidente tras anunciar que no estaría dispuesto a postularse para un nuevo mandato.

Este hombre originario de la región amazónica —quien fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 2012— fue el impulsor de la campaña «Sonríe Ecuador, somos gente amable» para impulsar la convivencia pacífica, promovió la Misión Solidaria «Manuela Espejo» —localizar, conocer y atender a todas las personas con algún tipo de discapacidad en Ecuador— y el Programa «Joaquín Gallegos Lara» —destinado a dotar de una asignación económica a las personas con discapacidad severa. Además, cuando aún no era candidato presidencial, afirmó que habría «que revisar un poco el tema de los exámenes de ingreso» para garantizar que ningún estudiante o bachiller se quedara sin estudios en el país, el cual fue uno de los principales reclamos de los movimientos estudiantiles durante los últimos diez años.

Rafael se pregunta si realmente será, como afirmó el presidente Correa, la hora «de pasar del príncipe guerrero al rey sabio»; si la aplicación del Plan «Toda una vida» permitirá un crecimiento económico del 2%, como promete Moreno; si los principios de equidad, libertad, buen vivir y democracia incluidos en el Plan de Gobierno propuesto serán respetados una vez alcanzada la presidencia. Finalmente, pone una cruz en la casilla correspondiente al candidato del Frente UNIDOS —integrado por Alianza PAIS, el Partido Socialista Ecuatoriano, el Partido Comunista Ecuatoriano y varios movimientos provinciales—. Luego regresa a casa, confiando en que se haga la voluntad del pueblo y que la realidad ecuatoriana continúe mejorando cada día más, como ha venido ocurriendo durante la última década.

Ya en casa se sienta nuevamente a escuchar las noticias. Todos los medios comentan —unos a favor y otros no tanto— acerca de las propuestas de Lenín para transformar el sistema educacional, —creando 40 universidades técnicas y dando mayor acceso a los jóvenes—, combatir la corrupción a todos los niveles, reactivar el agro, la agroindustria y el sector turístico, construir 325 mil nuevas viviendas en los próximos cuatro años, luchar frontal y abiertamente contra la violencia y el narcotráfico y garantizar una vejez digna para los adultos mayores.

Cae la noche y todo Ecuador se hace eco de la noticia. Con más de 5 millones 50 mil votos (un 51,16% del total) el organismo electoral ecuatoriano anunciaba que el nuevo presidente de la República será Lenín Moreno, quien tomará posesión del cargo en el próximo mes de mayo. Rafael escucha las palabras del recién electo mandatario: «Esto recién comienza. De aquí en adelante todos a trabajar por el país, por nuestro amado Ecuador. ¡Lo haremos en paz y armonía!». Luego añade: «Gracias a los millones de ecuatorianos que nos respaldaron. Hoy ganó la democracia, hoy ganó el Ecuador».

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Comentarios

3 realizados
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10 abr. 2017 a la(s) 7:08 p. m.
José Gabriel dijo:
Desde el inicio de la campaña electoral, el candidato a la presidencia de Ecuador por la coalición CREO-SUMA, Guillermo Lasso, intentó poner en entredicho la transparencia del sistema electoral de la nación sudamericana y sembrar la matriz de opinión de que este favorecía al candidato oficialista, Lenín Moreno. Por suerte, no tuvo el resultado esperado y ganó la propuesta del Frente UNIDOS.
10 abr. 2017 a la(s) 7:23 p. m.
Mariana dijo:
Uno de los desafíos más importantes de Lenín es lograr un diálogo con el movimiento estudiantil ecuatoriano que en varias ocasiones discrepó de las políticas de Correa. No solo se trata de abrir nuevas universidades, sino de darle un vuelco total al sistema de enseñanza a todos los niveles; solo así logrará un sistema universitario con educación gratuita, pública y de calidad.
10 abr. 2017 a la(s) 7:28 p. m.
Isabel dijo:
En respuesta a: Mariana
De acuerdo con Mariana, pero resulta complejo teniendo en cuenta la cantidad de organizaciones estudiantiles que hay en Ecuador.