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Corsarios y piratas contra Cuba

5 abr. 2019
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Eran aquellos los tiempos de corsarios y piratas, los unos tomaban toda la grandeza y bonanza del Nuevo mundo con un permiso «noblemente concedido» por la realeza europea; los otros, haciendo valer la autonomía de los hombres- no precisamente para luchar por la libertad, igualdad y fraternidad (lo que en su momento constituiría el pilar de la lucha francesa)- recorrían las aguas entre el Viejo y el Nuevo Mundo en una aventura osada, cuyo fruto era consecuente al actuar del libre albedrío y se materializaba en el saqueo de riquezas.

Piratas en el éter. La guerra radial contra Cuba (1959-1999), un librode Jacinto Valdés-Dapena Vivanco publicado bajo el sello editorial de Ciencias Sociales, incita al lector a conocer a los piratas modernos que invaden el espacio radial cubano. Piratas que no actúan ya desde el Viejo Mundo europeo, sino desde la cercana América del Norte. Para ello, el texto se presenta estructurado en tres partes: I. El concepto de propaganda. Propaganda y Guerra Psicológica, II. La propaganda radial anticubana como instrumento de las acciones y las operaciones de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (1960-1980) y III. Los planes de Estados Unidos contra la nación cubana y la emisora subversiva Radio Martí.

Con el fin de precisar sus intenciones, el autor, en un primer momento explica que el estudio está encaminado a realizar una conceptualización de corte teórico-histórico en lo concerniente a la propaganda, así como su relación con la Guerra Psicológica, partiendo desde diferentes escenarios de la esfera social.

Se sitúa así, la génesis de la propaganda, señalando un recorrido desde los griegos, pasando por las revoluciones burguesas del siglo XVIII y llegando a los tiempos modernos o la era de la internet. Si bien, la propaganda pasa por un amplio prisma de análisis, es prudente atender a la definición del papa Urbano VIII –Congregatio de propaganda fide, cuya misión consistía en instruir a los misioneros en la diseminación de la fe católica–[1] y que el autor esclarece como la acción de difundir, diseminar, propagar, transmitir e inclusive comunicar.[2] Lo que se traduce en un espacio de reflexión obligatoria antes de adentrarse en una caracterización exquisita y precisa de la propaganda, devenida en instrumento expreso o enmascarado, para ejercer el control de las personas acorde a intenciones específicas y legitimadas por grupos de estudiosos especializados en el asunto y cuyo concepto operacional cuenta con premisas propias.

Para encontrar el nexo entre propaganda y guerra psicológica, el escritor explica primeramente los orígenes de la guerra psicológica, asociado al autor Paul Lineberger, quien define el término en cuestión en su libro Psychological Warfare, estrechamente vinculado a la Segunda Guerra Mundial y posterior utilización durante la Guerra Fría contra los países socialistas; para en un segundo momento entenderla como atemporal, hábil en el mundo de la política y la diplomacia y en completa disonancia hacia la libertad de los pueblos.

Con estas herramientas definidas por el autor, se entenderá la actividad de los aparatos de inteligencia y subversión estadounidense. El núcleo duro del asunto de la Guerra Psicológica, pasa por las operaciones de propaganda subversiva –cuestión tutelada por los servicios especiales– que en un caso puntual transita desde la Operación Pluto, pasando por la Operación Mangosta hasta la ley Helms-Burton.

Es entonces que presenciamos la existencia de diferentes voceros de una política exterior encaminada a desarrollar y promover actividades subversivas en correspondencia con los intereses estadounidenses como: La Voz de América (VOA), Europa Libre, Libertad y Radio Martí. Siempre persiguiendo influir en la subjetividad del individuo para lograr reacciones consecuentes a la intencionalidad proyectada. De esta manera, la propaganda en sus tres formas: blanca, negra y gris, se presenta estrechamente vinculada a la radio para el desarrollo de la actividad subversiva.

Responde la segunda parte del libro a la apreciación de la propaganda radial anticubana-CIA y todo el escenario montado en torno a la entrada de la Brigada 2506 a Cuba. Será apreciado aquí, producto de la exhaustiva investigación cometida, la ampliación del diámetro de actuación y posicionamiento físico a partir de la creación de infraestructuras en diversos lugares de América Latina y Estados Unidos (concepción de diferentes emisoras y luego una red de emisoras), con la finalidad de atender las necesidades específicas y la relación mensaje- audiencia; entendiendo a la intelectualidad y el estudiantado cubano como sectores difíciles de penetrar con un discurso vacío y trivial.

Durante el tercer momento del libro, el autor, de manera detallada presentará las diferentes acciones realizadas contra la nación cubana y a Radio Martí, comprendida como una emisora que marca un momento de legitimación en todo el asunto de propaganda y guerra psicológica, pues será con el presidente Reagan que quedará firmado un documento que otorgó autoridad legal y aceptación por parte de la administración norteamericana, a la existencia de una emisora cuya actividad fundamental está asociada a lograr el replanteamiento de ideales y convicciones de una audiencia específica, la cubana. Propósito válido en el sentido programático, aunque ingenuo; Cuba y su pueblo, son más que «gente inerte»; son pasiones, percepciones, experiencias, entereza y como el autor muestra, producto de su historia.

 

[1]Valdés-Dapena Vivanco, Jacinto. “Piratas en el éter. La guerra radial contra Cuba (1959-1999)”, Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2006. p. 5.

[2]Valdés-Dapena Vivanco, Jacinto. “Piratas en el éter. La guerra radial contra Cuba (1959-1999)”, Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 2006. p.7.

 

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