Contrapunteo

Conexión espiritual

22 sept. 2022
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Bernardo Webber tiene 30 años y es presidente de una de las federaciones estudiantiles más longevas de Latinoamérica: la Federación Universitaria Argentina (FUA). Aunque nació en Mar del Plata, desde muy pequeño se mudó a Tangil, ciudad en la que es concejal y en la que vive toda su familia. Con 18 años se fue a estudiar a la Universidad Nacional de La Plata y así comenzó su destacado activismo en el movimiento estudiantil.

Empezó a militar en la Franja Morada, en el Centro de Estudiantes de Derecho, y ocupó responsabilidades de carácter local, regional y nacional. En mayo de 2018 fue elegido al frente de la FUA. En la actualidad, después de haber culminado sus estudios, cursa las materias —ahora como abogado— que le permitirán ejercer como notario.

Como muchos jóvenes de su generación, escucha trap, reguetón; no obstante, de la influencia de su familia, sobre todo de su padre, le viene el gusto por la trova cubana. Confiesa que, entre los que más lo han marcado, se encuentran Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Santiago Feliú.

La conversación, sabíamos de antemano, tocaría inevitablemente temas históricos; pues justamente en la nación Argentina, tuvo lugar uno de los hechos más trascendentales del movimiento estudiantil latinoamericano.

¿Qué significa para ustedes, los estudiantes argentinos, saberse herederos directos de la Reforma de Córdoba?

Es un honor y también una responsabilidad para todos los que abrazamos los principios de una universidad reformista, pública, gratuita, autónoma, laica, cogobernada y de excelencia académica. Pero de nada sirve repetir los principios de la Reforma como lo hacen los fanáticos en frente a un altar. Constantemente tenemos la responsabilidad de reinterpretarla, repensarla, de seguir construyendo un modelo de universidad que esté a la altura de esos debates que se dieron hace más de 100 años y que hoy todavía continúan vigentes. En aquel momento las complicaciones para poder estudiar eran político-religiosas; hoy las complicaciones son más de carácter socioeconómico. Si nosotros no construimos una universidad para todos, el derecho de pocos deja de ser un derecho y se transforma en un privilegio. Ese creo que es el desafío más grande que tenemos por delante.

¿Con qué héroes o heroínas del continente, o con qué idearios y corrientes políticas se identifica la FUA?

La FUA por su composición, sus ideales, tiene distintas corrientes políticas que participan dentro del movimiento estudiantil argentino. Somos un movimiento democrático en el que todos tienen la posibilidad de participar. Nosotros, por pertenecer a la Franja Morada, somos una organización de centro izquierda, socialdemócrata, que obviamente abraza los principios reformistas. No obstante, hay otras organizaciones que no vienen de la misma matriz como es la Juventud Universitaria Peronista; existen organizaciones kirchneristas, trotskistas, socialistas como el Movimiento Nacional Reformista (MNR). En la pluralidad de voces que distingue a la FUA, la mayoría somos reformistas.

No nos gusta hablar de héroes o heroínas del continente. Un presidente de nuestro país dijo: «Sigan a ideas, no sigan a hombres (...). Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática».[1]

Nos representan los jóvenes reformistas como Deodoro Roca, y tantos otros que han participado en el movimiento. También quienes fueron los padres de nuestra patria: San Martín, Belgrano, Sarmiento, entre otros. Y unos años más acá, creo que la idea de universidad pública reformista existe gracias a que en 1918 la presidencia de Hipólito Yrigoyen reconoció el movimiento y logró erradicar para siempre el clero de nuestras universidades nacionales.

¿Cómo se estructura la FUA?

La FUA se funda el 11 de abril de 1918 a instancias previas de la Reforma Universitaria de Córdoba, y tiene por misión nuclear a todo el movimiento estudiantil argentino representado en las 57 universidades nacionales. Tenemos una representación en cada universidad. Todas, de forma indirecta, eligen a los delegados que posteriormente van a elegir a quienes componen la Mesa Ejecutiva de la FUA, integrada por nueve miembros, de los cuales tienen representación todos los colores del movimiento estudiantil que han llegado al piso necesario para participar de esta Mesa Ejecutiva.

En la actualidad, tres representan a la Franja Morada, dos a la Juventud Universitaria Peronista, dos a un frente integrado por varias organizaciones distintas, uno por el MNR —que representa al Partido Socialista (PS)— y uno por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) de orientación trotskista.

¿Cuán distintas han sido las luchas del movimiento estudiantil en Argentina en las últimas dos décadas?

En los últimos 25 años hemos sostenido un proceso de mucha lucha, no solo en defensa de la educación pública, sino también en la lucha por los derechos humanos, por la ampliación de esos derechos. En la década de los noventa enfrentamos al neoliberalismo, y la FUA tuvo un papel fundamental cuando intentaron arancelar y privatizar la educación pública en Argentina que es de carácter público y gratuito, y abierta a toda la sociedad.

Entre 1999 y 2001, durante el gobierno de Fernando de la Rúa, estuvimos en contra de la baja del presupuesto. Durante el kirchnerismo tuvimos una lucha fuerte contra la autonomía, el desfinanciamiento de las distintas becas de la universidad, así como la variación de la asignación de recursos para nuestras universidades, según la orientación del color político de turno que estuviera en el poder, lo cual hizo que hubiese un detrimento presupuestario para muchas de las universidades nacionales.

Durante el gobierno de Macri reclamamos un salario digno para nuestros profesores, y ahora, en el de Alberto Fernández, luchamos para recuperar la presencialidad. Sabemos que la pandemia ha traído aparejada muchísimas complicaciones y entre ellas se puso a relieve la gran desigualdad que tenemos en cuanto al acceso tecnológico; muchos compañeros no han avanzado en sus carreras al no poder acceder o continuar la cursada de forma virtual.

En el primer año de gobierno de Fernández nos encontramos sin un presupuesto para hacer frente a la situación compleja que estaba viviendo el país. Por otro lado, se nos negó más de 1 400 millones para el uso de nuestros hospitales universitarios que han sido centrales para enfrentar la pandemia.

¿Cuán diferentes han sido los mandatos de los Kirchner, Macri y Fernández en su relación con el estudiantado argentino?

Los tres gobiernos se han caracterizado por no tener una política salarial docente acorde a las necesidades de nuestros docentes. En ese sentido, nos han encontrado en la calle exigiendo que nuestros profesores tengan la posibilidad de un salario digno que les permita llegar a fin de mes. Durante el gobierno de los Kirchner se violó mucho la autonomía universitaria, se intentó mucho subsumir todas las distintas universidades al gobierno de turno. El kirchnerismo intentó paralelar el movimiento estudiantil sin reconocer la clara mayoría que nosotros tenemos frente a la conducción de este movimiento estudiantil centenario. Llegaron incluso a generar la creación de una FUA paralela, la cual terminó cayendo por su propio peso, debido a la falta de legitimidad y representación que tuvo, e impidieron a las organizaciones vinculadas al kirchnerismo pertenecer a la única federación que amamos los estudiantes argentinos.

Durante el gobierno de Macri, la lucha por los salarios dignos, fueron intencionadas además por algunos gremios que respondían al gobierno anterior. Eso no nos impidió luchar junto a nuestros profesores. Con Fernández la principal demanda ha sido recuperar la presencialidad.

Desde hace cinco años luchan por la derogación de la Ley de Educación Superior, por su corte liberal. ¿Cómo y cuándo surgió esa ley?, ¿por qué se dice que las modificaciones que se le realizaron fueron con fines electorales?, ¿en qué ha quedado entonces la lucha por el boleto educativo?

La Ley de Educación Superior fue una ley sancionada en los noventa, la cual entiende la educación como un servicio y no como un bien público universal, como lo entendemos desde el reformismo. Por eso luchamos, primero, contra la intervención del poder político de turno en la autonomía de nuestras universidades. Tenemos consagrado por la constitución que las universidades son autónomas y las dirigen sus propias autoridades, de igual manera, definen sus propios financiamientos, sus recursos, cómo serán utilizados, sus planes de estudio y de grado.

Durante los noventa se creó un mecanismo de control con representantes políticos y no académicos. Urge una discusión profunda que entienda que esta forma de control tiene que estar establecida por las 57 universidades, las cuales tiene que tener la representación mayoritaria. Hoy se encuentra en discusión una nueva ley de educación superior pero, obviamente, por esta situación, es complejo que esto se lleve adelante. No obstante, estamos participando en los distintos foros de debate, para poder definir una ley de educación superior que deje de considerar como un servicio algo que el Estado tiene la obligación de garantizar.

El boleto educativo gratuito y universal[2] es un proyecto que venimos trabajando hace muchos años en la organización y que consiste en la posibilidad de que todos los estudiantes, tanto primarios como secundarios, tengan acceso gratuito al boleto educativo. Hoy muchos estudiantes se dirigen a otras provincias buscando la carrera universitaria a la que aspiran, por eso se trata, además, del boleto de media y larga distancia, para que cada uno pueda ir a estudiar sin perder el arraigo con sus lugares de origen.

¿Cómo se da la integración entre la FUA y otros movimientos sociales en Argentina?, ¿cómo se da a lo interno de la OCLAE?

Tenemos 103 años de existencia y a lo largo de la historia hemos participado en luchas, marchas y articulaciones con distintos movimientos sociales en Argentina. Fuimos actores de la Reforma de 1918, participamos del Cordobazo, y en distintas instancias de luchas del movimiento obrero-estudiantil. De nuestro lado, ha existido una articulación muy fluida con las distintas centrales gremiales como la Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT) y la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) —que son las que nuclean a los trabajadores—, así como la Federación Agraria Argentina y otras organizaciones que nuclean los movimientos sociales.

La OCLAE es una organización central a la hora de discutir el movimiento estudiantil latinoamericano. Se fundó cuando nuestra federación ya contaba con cerca de 50 años de vida. Vino a articular y a unificar la lucha de todo el continente. En este tiempo tiene la obligación de rediscutirse y repensarse para construir verdaderos mecanismos de democracia interna que permitan para el futuro que podamos tener una organización más representativa y más amplia, donde se convoquen a todos los universitarios del continente sin importar sus creencias o sus formas de entender la política, para poder sostener debates más profundos sobre la Latinoamérica que queremos.

 

Recientemente en Argentina se logró una gran victoria social al legalizar el aborto, ¿qué participación tuvieron los estudiantes?

Nuestras compañeras desempeñaron un papel central; ellas habían puesto en agenda un debate que fue importantísimo para Argentina, no solo por lo que significa, sino por lo importante que es la ampliación de derechos para nuestro país. Para conseguir estas nuevas banderas han sido las mujeres, y sobre todo las estudiantes, las que han llevado el debate en cada una de nuestras universidades nacionales, comenzando desde ahí a irradiar ese calor a esa masa crítica que se construye al calor del estudio. Eso permitió avanzar y llegar a todos los lugares. En ese sentido las universitarias argentinas han tenido un rol protagónico del cual estamos orgullosos todos en la federación.

En la actualidad, ¿cuáles son las principales demandas y luchas de su federación?

Nos parece que construir una educación pública, de calidad, pero que sea masiva, y que todos nuestros compañeros entren a las universidades nacionales, y puedan estudiar, permanecer y graduarse de ellas, es una de nuestras principales demandas. Como consecuencia de la pandemia, tenemos la necesidad de contar con dispositivos móviles para poder cursar, contar con datos móviles, por eso también exigimos la pronta vuelta a la presencialidad, aunque sea en formatos mixtos, y que nos permitan recuperar nuestro espacio en las aulas que es donde realmente se produce el conocimiento.

El Manifiesto Liminar tiene una frase: «Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda».[3] Creo que en ese sentido es necesario recuperar esa conexión espiritual.



[1] Raúl Alfonsín, en su intervención en la Casa Rosada, al cumplirse 25 años del retorno de la democracia a la Argentina.

[2] Se refiere al boleto del transporte público que tendría un carácter universal y acompañaría a los estudiantes argentinos desde el inicio de su formación hasta el punto máximo que pueda y quiera alcanzar. Este es un reclamo y una necesidad de padres y familiares que acompañan la educación de los más pequeños, de los adolescentes que cursan sus estudios secundarios y de quienes alcanzan estudios terciarios y universitarios. Sería un derecho tanto para los alumnos de escuelas e instituciones públicas como privadas.

 

[3] Manifiesto Liminar, 1918. Disponible en: https://www.unc.edu.ar/sobre-la-unc/manifiesto-liminar


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