Tradicionalmente, la selección de los candidatos a vicepresidentes en Estados Unidos obedece a varios criterios políticos, pero en esencia, se trata de un proceso complejo que tiene el propósito de escoger a una persona que complemente al candidato presidencial a partir de que incremente sus posibilidades o disminuya sus debilidades hacia un sector determinado de los votantes o en uno de los estados decisivos. Por lo tanto, el aspirante a vicepresidente siempre es seleccionado por sus potencialidades para contribuir en la victoria, aunque no necesariamente define el resultado final de las elecciones. No obstante, cada ciclo electoral tiene sus peculiaridades y los comicios del próximo 3 de noviembre posiblemente se conviertan en los más controversiales de la historia. Teniendo en cuenta estos elementos, entonces esta designación adquiere una relevancia, quizás sin precedentes, no solo por su significación dentro de unos meses sino por su repercusión para las elecciones presidenciales del 2024.
Desde hace varias semanas, el equipo para la selección del candidato a vicepresidente dentro de la campaña de Biden, ha estado trabajando intensamente en el estudio, investigación y entrevistas con las aspirantes. Según la prensa estadounidense, todo parece indicar que ya está elaborada la denominada lista corta en la que se encuentran en estos momentos cinco personas todas mujeres: la senadora Kamala Harris, la ex asesora de seguridad nacional Susan Rice, la congresista Karen Bass, la congresista Val Demings y la alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance Bottoms. Además del denominador común en el género, en todos los casos pertenecen a la comunidad negra de Estados Unidos.
En ese sentido, sería la primera vez en la historia de esa nación que una mujer negra tiene la posibilidad de ser propuesta para vicepresidenta, lo que representaría una ruptura con las tradiciones y prácticas convencionales establecidas en Washington sobre este tipo de procesos debido a que normalmente estas designaciones son reservadas para hombres blancos de la élite política. Solamente en dos ocasiones en la historia de ese país, las mujeres han sido propuestas como compañeras de fórmula. El primer caso fue la congresista demócrata por Nueva York, Geraldine Ferraro, quien fue propuesta por el candidato Walter Mondale, y el ejemplo más reciente fue en el 2008 con la selección de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, que acompañó a John McCain. Para que se tenga una idea del profundo racismo sistémico y el sexismo político que prevalece en Estados Unidos, solamente dos mujeres negras han sido senadoras en el Congreso Federal: la demócrata Carol Moseley Braun en 1992 y la actual senadora Kamala Harris, quien es una de las candidatas de Biden.
El contexto actual que vive Estados Unidos ha condicionado que el establishment del Partido Demócrata y su aspirante presidencial concluyeran que una mujer negra como candidata a la vicepresidencia es la opción que más se ajusta a las necesidades, intereses y reclamos de un electorado demócrata que está exigiendo cambios profundos en la agenda del partido y en la dinámica de funcionamiento de la sociedad. El asesinato de Floyd y su impacto social se ha convertido en un factor determinante en esta decisión. Una vez que se concrete se estará enviando un fuerte mensaje a amplios sectores que exigen el cese de las prácticas racistas y sexistas que prevalecen en esa nación.
Partiendo de las características singulares de estas elecciones y, en especial, del aspirante Joe Biden la pregunta clave sería: ¿qué criterios serán los decisivos para la selección de la candidata?. Varios estrategas de campaña, expertos, estudiosos y público interesado en esta temática ya se encuentran inmersos en un intenso debate para tratar de descifrar esta interrogante. En ese sentido, consideramos que en primer lugar hay que tomar en cuenta que estas elecciones no se parecen a ninguna por las circunstancias en que se desarrollarán. Por lo tanto, aquí la lógica tradicional que se aplica a este tipo de decisiones no funciona. Al respecto, consideramos que habría que tomarse en cuenta los siguientes aspectos:
1. Biden y su equipo no solo están pensando en la candidata con una visión de corto plazo para ganar las elecciones, sino que se está valorando si esa persona es capaz, ante determinadas circunstancias, de desempeñarse como Presidenta. Debe tenerse en cuenta que Biden tiene una edad avanzada y no es descartable un escenario de sucesión presidencial ante posibles eventualidades asociadas a su estado de salud. Por lo tanto, la eventual vicepresidenta debe estar lista desde el primer día para sustituirlo.
2. Debe combinarse en la candidata un perfil político que comprenda ser una figura de cierta relevancia nacional, tener experiencia ejecutiva ya sea a nivel federal o estadual, haber sido elegida para algún cargo político, ser atractiva para un sector de votantes claves, así como estar en condiciones de desempeñarse tanto en temas de política interna como prioridad, pero también en los asuntos de política exterior.
3. Resulta significativo que la persona tenga un buen nivel de comunicación con Biden y, en especial, debe tenerse la certeza que la candidata será leal y pondrá las prioridades del candidato presidencial por encima de sus intereses personales. No se trata de ser la persona más próxima o de mayor confianza con Biden sino aquella que sería capaz de trabajar en equipo y relegar a un segundo plano sus ambiciones políticas.
4. Debe tener un peso decisivo en la selección que la candidata sea la menos vulnerable posible atendiendo a su pasado y presente debido a que no debe permitirse bajo ningún concepto que la campaña de Trump la convierta en un objetivo permanente de ataque que incida en la base electoral del Partido Demócrata y, en especial, en los votantes indecisos. Este será un elemento fundamental. Debe ser la persona que no ocasione ningún daño o, en última instancia, el menor daño posible a la campaña de Biden.
5. El Partido Demócrata está pensando en su futuro y en términos de liderazgo es fundamental contar con una persona que esté en condiciones de convertirse en la candidata presidencial del 2024 atendiendo a que Biden es altamente probable que sea un presidente de un solo mandato. En esencia, su misión fundamental es derrotar a Donald Trump.
Si tomamos como referencia a la prensa estadounidense y medios especializados, las tres aspirantes con mayores posibilidades en estos momentos son: Kamala Harris, Susan Rice y Karen Bass. No obstante, ninguna de las tres cumple con todos los criterios debido a que todas tienen fortalezas y debilidades. En el caso de la senadora Harris tiene varios detractores que cuestionan su lealtad a Biden, lo que presentan como su principal vulnerabilidad para ser la candidata. A Rice se le critica que nunca ha sido elegida por el voto popular para ocupar ninguna responsabilidad y su experiencia ejecutiva está enfocada exclusivamente en temas de política exterior. En el caso de Bass, en los últimos días se ha desatado una feroz campaña contra su persona debido a que cuando falleció el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, ella lo llamó Comandante en Jefe. Esta ofensiva con un fuerte componente orquestado por la derecha cubanoamericana, es posible que haya debilitado sus opciones. Por lo tanto, todo parece indicar que entre Kamala y Susan estará la compañera de fórmula, pero en realidad la decisión final la tomará Biden.
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