Proposiciones

Barriletes contra malos espíritus*

29 mar. 2021
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Una manera sui generis de espantar a los malos espíritus tienen los sumpangueros: empinan y exhiben papalotes gigantescos cada 1ro. de noviembre, Día de Todos los Santos, en el campo de fútbol de esa localidad.

Ni el frío, ni los celajes, ni el fango provocado por la lluvia del día anterior impidieron que 200 mil personas se mezclaran aquella mañana sin que importara el idioma o la nacionalidad de nadie.

Algunas mujeres y hombres parecían canguros con sus hijos pequeños en cargadores. Los niños de más edad corrían de un lugar a otro, mientras alguien llevaba una bandera cubana estampada en su gorra.

Desde las gradas o el terreno la gente gritaba sin complejo alguno. Eran decenas de individuos los que halaban una cuerda para que el cometa flotara en el aire por unos segundos o minutos. La decepción momentánea venía cuando presenciaban la estrepitosa caída de uno de esos polígonos elaborados con papel de china y cañas de bambú.

A simple vista parecen sencillos de hacer. Algún ingenuo llegaría a pensar que cualquiera sabría confeccionarlos. Sin embargo, al tocar la textura uno constata que ese trabajo solo lo pueden hacer artistas con manos prodigiosas.

Mucha paciencia se necesita para que cada fragmento de papel de china se transforme en un diseño único con rostro de mujer, campesino u hombre de maíz. Sus diseñadores confesaron que los elaboraron en cuatro o cinco meses.

Francisco García afirmó que él creó, junto a su familia, uno de seis metros de diámetro que le costó 1 500 quetzales (unos 195 dólares) porque tuvo que comprar pegamento, papel de china, pita y lazo.

«Durante mes y medio hemos trabajado cuatro horas por las noches porque mis hijos tienen colegio y yo trabajo. Este es el cuarto año que participo».

Según nuestros abuelos, explicó José Yax, los malos espíritus venían a pelear con los buenos cada 1ro. de noviembre. Por eso se buscó la forma para que el ruido del papel de china y el viento ahuyentaran a los malos espíritus.

Juan Borrión, del grupo Los Herederos, ha elaborado por más de 25 años esas obras artísticas. No por gusto ha obtenido el primer lugar en ediciones anteriores y en 2013 quedó en segundo puesto en la categoría A, que son los de exhibición.

La categoría A incluye a los barriletes con más de 10 metros de diámetro, la B a los de tres a seis metros, mientras que la C es de modalidad libre. Los infantiles miden de uno a dos metros y medio.

Un jurado, integrado por cinco personas honorables y conocedores del arte, califica y reconoce cada año simbólicamente a tres ganadores por categoría.

El joven Eddy Castillo, de la licenciatura en Arte de la Universidad de San Carlos de Guatemala, explicó que para evaluar tomaron en cuenta el tema, diseño, colorido, tamaño, originalidad, costumbrismo y la elevación que alcanzan los barriletes que no son de exhibición.

Si un aguacero se hubiera desatado aquella mañana, el esfuerzo de meses se habría diluido en instantes. Pero la espectadora Marlene Tobar aseguraba que eran nubes de frío. Y acertó sin ser meteoróloga, pues afortunadamente no cayó ni una gota.

Un locutor guatemalteco subrayaba: «¡En Sumpango no se celebra Halloween el 31 de octubre, sino la lunada del barrilete!». Defendía con orgullo la identidad del sumpanguero al rechazar la importación de tradiciones foráneas.

Aunque decidió no revelar su nombre, un brasileño compartió sus impresiones. «Fue estupendo porque no esperaba que un barrilete de seis metros volara. Cuando lo vimos volando fue una alegría para todos. Lindísimo ver el trabajo que ellos hicieron durante tres o cuatro meses».

Contó emocionado cómo fue que el agarró en sus manos la pita sujetada por decenas de hombres: «en ese momento me di cuenta de la fuerza tremenda que había que hacer; si uno estuviera solo se iría junto con el barrilete».

«Cuando tuve cobertura en mi móvil le envié fotos a mi hermana y a mi primo que están en Brasil», dijo al precisar que a los papalotes pequeños les llaman pipas en su país.

Agregó que en el gigante suramericano se hacen cometas más pequeños para enviar mensajitos al cielo en Semana Santa: «de aquí me gustó que los usan para recibir a los buenos espíritus y espantar a los malos».

Siempre habrá quienes miren de reojo esta fiesta cultural. Pero ellos se lo pierden porque en Sumpango se pasa «realegre», como decían tantos en las gradas.

El vuelo de los barriletes y la trayectoria de los humanos se parecen más de lo que uno imagina: algunos llegan más alto que otros, aunque lo esencial es subir por esfuerzo propio y sin sacar cuchillas a sus compañeros de viaje.


*Tomado del libro: Guatemala a segunda vista. Esencias culturales (Ocean Sur, 2020).

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