Medio en broma y medio en serio, Pablo Estrada les recomienda a sus amigas plastificar a sus esposos para impedir que estos se casen con una miteca luego de bañarse en Atatupa, como reza la leyenda sobre esa princesa xinca.
En Asunción Mita, municipio ubicado 158 kilómetros al sureste de la capital guatemalteca, se han formado muchas parejas después de que algún visitante se diera un chapuzón en el balneario Atatupa, que debe su nombre a la hija predilecta del rey Mictlán, quien le prohibió casarse con su enamorado.
Pablo, por ejemplo, quien desde niño acudía a ese arroyo de aguas termales con propiedades curativas, se enamoró de la miteca Linda Linares. Ambos se conocieron una noche en el parque de Mita y años después se casaron. En la lista de parejas enamoradas hay que incluir los nombres de Mandy y Luis Ángel, Carol y Guillermo, Consuelo y Pedro.
Cuando se habla con los mitecos —muy cálidos y serviciales, por cierto— sale a relucir la historia del amor prohibido de Atatupa. Se cuenta que era la preferida del señor Mictlán. Y aunque le llovían los pretendientes, ella no le correspondía a ninguno.
Sin embargo, un día sí sintió las denominadas mariposas que revolotean en el estómago de los enamorados, pues quedó flechada por un hombre que llegó al reino desde tierras muy lejanas.
Cuando el soberano se enteró, puso el grito en el cielo y desaprobó la unión. Tal decisión entristeció tanto a la joven que se echó a llorar. Tantas fueron sus lágrimas, que originaron el arroyo, de aguas tibias y salobres, que hoy lleva su nombre.
Ese sitio de esparcimiento cuenta actualmente con áreas de juego para niños, toboganes, venta de salvavidas, resbaladeros (canales) y espacios para que la familia haga sus asados a la sombra de los árboles.
La piscina principal, que vierte a otra más pequeña, se alimenta de manantiales. En el fondo abundan rocas negras y peces diminutos que muerden constantemente a quienes allí relajan el cuerpo.
La miteca Carmen Linares rubrica que en Semana Santa, principalmente el Sábado de Gloria, se repleta ese balneario, situado a un kilómetro del centro de Asunción Mita.
Se comenta que quienes allí se bañan «se enamoran» de esa localidad del suroriental departamento de Jutiapa, a donde vuelven tiempo después. Nadie sabe el número de relaciones formalizadas gracias al efecto Atatupa. Quizás la cifra exacta la guarde celosamente en algún cofre aquella princesa que murió de amor.
*Tomado del libro: Guatemala a segunda vista. Esencias culturales (Ocean Sur, 2020).
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