El 26 de septiembre de 2014 en México se cometió una de las más crueles atrocidades de su historia reciente: se arremetió contra los jóvenes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. En el acto resultaron seis personas fallecidas, 20 heridos y 43 desaparecidos forzados. La lucha en búsqueda de la justicia fue el motor impulsor del pueblo de Iguala. Padres, amigos, simpatizantes exigían que los desaparecidos fuesen devueltos con vida a sus familias.
Ante tales hechos, el mundo no podía permanecer callado. Se hizo imperativo alzar la voz para demandar los crímenes cometidos contra el pueblo de México y contra la integridad de los seres humanos. Precisamente así actuaron los constituyentes de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad[1], quienes a través de la Declaración escrita en Venezuela en diciembre de 2014 hicieron legítima su indignación y acusaron al presidente de México por las atrocidades cometidas.
Nueves meses después, gracias al trabajo incansable de Nayar López Castellanos (compilador), la Red y en colaboración especial con la editorial Ocean Sur nació una obra magnifica, símbolo del más puro amor fraternal: Ayotzinapa: Un grito desde la humanidad. El texto contiene en sus páginas cólera, compasión, ira, tristeza, amor. La obra agrupa el trabajo de escritores e investigadores procedentes de varios rincones del mundo, todos integrantes de la Red, quienes asumen el reto de desenmascarar los Estados corruptos y tiranos. Son ellos los Quijotes de la justicia, dignos defensores de la hermandad, la solidaridad y la humanidad.
En los 35 ensayos que conforman la obra encontramos análisis humanistas, reflexiones, pensamientos que no deben ser pasados por alto. Asimismo, recoge una sección titulada “Poesía por Ayotzinapa”, donde poetas de todo el mundo ponen su arte al servicio de la justicia. Tras la reflexión prosódica nos encaminarnos a la expresión de la esencia del ser humano: la poesía. Aquí entramos de a lleno en el dolor, en el grito ahogado de un familiar:
¡Faltan 43! Grita el pueblo adolorido. ¡Fue el Estado! Grita el pueblo iracundo.
Ese día de 2014 Iguala sufrió la desaparición de 43 normalistas a manos del Estado. El pueblo mexicano y el mundo aun sienten esta cruel transgresión de los derechos humanos. Con la lectura de este texto nos acercamos más a Iguala, a los familiares y compañeros de los normalistas, sufrimos su pérdida y nos sumamos a la lucha por la probidad, por el respeto a los derechos humanos y a la dignidad.
La verdadera pregunta reside en el motivo del gobierno para ejercer tal crimen. Aunque no existe una respuesta declarada, podemos imaginárnosla: los normalistas eran representantes de la minoría indígena mexicana, y como tal, exigían sus derechos y cuestionaban al Estado. Por tanto, debían ser castigados. Y el Estado planeó su castigo de la forma más cruel imaginada.
Con Ayotzinapa, México y el resto del mundo se encontraban ante la triste verdad: el Estado mexicano no respondía al pueblo ni velaba por sus intereses. Por el contrario, era un gobierno de traición nacional que servía al imperialismo estadounidense y a las oligarquías nacionales. El Estado mexicano ejercía el terrorismo y ese día lo dejó bien claro. Basta ya de ocultar la verdad, basta ya de dilatar las mentiras y manipular las pruebas, de encubrir a los órganos relacionados con el crimen. La supuesta versión oficial, la calculada verdad histórica que pretenden imponernos solo demuestra la manipulación de un gobierno tirano y corrupto que aplasta la dignidad humana, que desprecia los derechos humanos y transgrede toda barrera civil.
Sirva esta obra para la reflexión profunda, para comprender que debemos acabar con aquellos gobiernos que acometen o apoyan crímenes, para entender que necesitamos alcanzar un sistema que defienda la justicia y que alabe la humanidad. Unamos nuestras voces a los artistas de la Red, hagámosle saber al pueblo mexicano que cuenta con nuestro apoyo incondicional.
Ayotzinapa es una bandera, ¡no la dejemos caer!
[1] Creada en 2003, la Red nació de las ideas de Fidel Castro y Hugo Chávez, dignos defensores de la justicia y la solidaridad latinoamericanas.
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