Aunque la época de gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández tiene críticos, es casi seguro que ahora muchos recuerdan con añoranza esos años. Un país destrozado económicamente y con elevada deuda pública y privada, fue el resultado de la aplicación del Consenso de Washington que dejó la combinación de gobiernos que se sucedieron desde Ménem. El olvido inducido de la memoria histórica resulta imperdonable. Las entrevistas y testimonios de decenas de personas, así como las imágenes de archivo recogidas por Fernando Pino Solanas en «Memorias del saqueo» (2004) y «La dignidad de los Nadies» (2005), son prueba irrefutable del desastre económico y social que generó la combinación perversa de austeridad en el gasto público social, la privatización de los activos del Estado, y el cumplimiento oneroso de las exigencias de las instituciones financieras internacionales.
La Argentina es un país dotado con amplios recursos naturales, capaz de autosatisfacer su necesidad de consumo de energía, agua y alimentos, y con capacidad científica y tecnológica. Entonces resulta un sinsentido su empobrecimiento. A ello tuvieron que enfrentarse los Kirchner. Y si el debate desde la izquierda se plantea la insuficiencia de políticas asistencialistas que se imbricaron con la cooptación de los movimientos sociales y el clientelismo político, hay que reconocer también que la necesidad de cerrar la brecha social. Proveer a los ciudadanos de garantías materiales para el ejercicio de sus derechos es perentorio, incluso para un gobierno sin rupturas sistémicas y sin políticas públicas radicales. Especialmente hay que recordar la trascendencia que posee el carácter central del peronismo en la cultura política argentina, con todas las incoherencias y claro oscuros que impone el legado político del militar y político que dio origen a esa corriente.[1]
La era de los Kirchner en todo caso tuvo méritos propios que hay que resaltar: el respaldo a los Derechos Humanos con la anulación de las leyes que otorgaban impunidad a los represores durante la época de la dictadura militar de 1976 a 1983, lo que abrió las puertas a su enjuiciamiento. El apoyo a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo para la identificación y reunificación con sus familias de los hijos y nietos secuestrados, así como la recuperación de la memoria histórica con la construcción de un museo en el predio donde funcionó el centro de detención, tortura y desaparición de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Igualmente fue en esa atapa que se protegió legalmente a minorías con la aprobación del matrimonio igualitario, la Ley de Identidad de Género, la prohibición del trabajo infantil y la regularización del empleo de las trabajadoras domésticas. Incluso garantizó una cobertura de pensiones a aquellos sin aportes previos en su vida laboral, y aumentó la jubilación mínima para garantizar que esta no se viera afectada como consecuencia de la inflación. No debe menospreciarse la recuperación total o parcial del patrimonio del Estado en los casos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), de Aerolíneas Argentinas o de los remanentes de la industria militar. Tampoco se puede, sin desconocer sus limitaciones, obviar el intento por erosionar el monopolio mediático a través de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Los gobiernos K fueron partidarios de un cambio de dirección en la política exterior argentina. La tradicional «relación carnal» con Estados Unidos sufrió un serio percance cuando rechazaron la conformación del ALCA. La Argentina del kirchnerismo puso énfasis en el reforzamiento de sus relaciones en el área sudamericana, en particular del Mercosur y la Unasur. Y también estableció otras conexiones extrarregionales con Rusia, la República Popular China e Irán. Su logro más importante quizás fue el rescate y nueva inserción en el escenario de la diplomacia, con renovado vigor y amplio respaldo internacional, la cuestión de la soberanía sobre Islas Malvinas.[2]
Pero no todo fue color rosa. El enfrentamiento con los agricultores, especialmente con los vinculados a los sectores agroexportadores de la soja, paralizaron el país y le obligaron a dar una cruenta pelea mediática que se definió con saldo negativo en el legislativo. Enfrentar la ilegitimidad de las acciones legales emprendidas por los fondos buitres, fue un ejercicio desgastante. Tampoco pareció una decisión muy sensata apostar por la implementación del fracking para explotar las reservas de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta, pese a las denuncias de contaminación de aguas y tierras productivas. El caso Nisman fue la gota que colmó la copa, pues las incertidumbres en torno a su muerte, facilitaron la labor de los medios controlados en buena medida por la oposición e identificados con el Grupo Clarín. Como en otros países de la región, fue la industria mediática la verdadera articuladora de la oposición, actuando casi como un partido. Para colmo de males, el costo político de casos de corrupción en que se han visto procesados judicialmente varios funcionarios de las administraciones Kirchner, funcionó como un lastre pesado en época de elecciones.
¿Quién
es Mauricio Macri?
Mauricio Macri es hijo de un empresario italiano, nacionalizado argentino. Su padre Franco Macri, fue beneficiario de negocios y condonaciones de deuda realizadas por el gobierno militar dirigido entonces por el general Videla. Cursó sus estudios de nivel medio en el Colegio Cardenal Newman. Realizó estudios superiores que no concluyó en la estadounidense Universidad de Columbia. Es graduado de ingeniería civil por la Universidad Católica, la universidad privada más grande que existe en Argentina.
Su experiencia laboral fue como ejecutivo del Citibank. Además, fue gerente del holding familiar de construcciones, automotriz, alimentos y servicios, que resultó muy favorecido durante la década de gobierno de Carlos Menem (1989-1999). Apoyó el proceso de privatizaciones de los activos públicos realizado por Ménem y adquirió Correo Argentino, que fue reestatizado por el gobierno de Néstor Kirchner.
Antes de involucrarse en política, Mauricio Macri tomó visibilidad pública al adquirir la presidencia de Boca Juniors en 1995, el club de fútbol con más simpatizantes en Argentina. Desde esa fecha hasta 2007, año en que cesó en sus funciones como presidente del Boca Juniors, ese club tuvo su ciclo más ganador con 17 títulos, entre ellos once internacionales. Convirtió a Boca Juniors en el único club en entrar en la Bolsa de Comercio. No es inoportuno resaltar que utilizó su exitosa carrera como presidente del club como carta de presentación para entrar en política.
En 2003 formó el partido político Compromiso para el Cambio. Esa fuerza se convertiría en 2005 en Propuesta Republicana (PRO). Fue diputado entre 2005 y 2007, aunque su desempeño como legislador fue nulo pues frecuentemente dormía en las sesiones y no intervenía públicamente. De las 321 votaciones en que debió tomar parte, se ausentó en 277 ocasiones. Pese a ello fue electo intendente de la ciudad de Buenos Aires en 2007 y reelecto en 2011.
A inicios de su gestión como Intendente, Macri gestionaba la Fundación Creer y Crecer, que trabajaba conjuntamente con los think tanks conservadores del Instituto Republicano (Estados Unidos) y la Fundación Konrad Adenauer (Alemania) en la formación de nuevos liderazgos. Más reciente, Macri coordinaba la Fundación Pensar, vinculada a la Heritage Foundation estadounidese y a las fundaciones de derecha que presiden el ex jefe de gobierno y del Partido Popular de España José María Aznar, y del literato hispano-peruano Mario Vargas Llosa, quien fuera candidato a la presidencia de Perú por una alianza electoral de derecha que perdió frente a Alberto Fujimori en 1990. Su círculo de relaciones abarca al ex presidente de Colombia Álvaro Uribe y al presidente de la Fundación UnoAmérica Alejandro Peña Esclusa. La membresía de esta última fundación está compuesta por ex militares de las dictaduras de América Latina, cuya pretensión es el derrocamiento por la fuerza de los gobiernos de izquierda de la región.
El portal Wikileaks ha desclasificado varios cables diplomáticos cursados entre la Embajada de Estados Unidos en Argentina y el Departamento de Estado, que revelan la existencia de un vínculo estrecho entre Macri y los intereses estadounidenses. En 2007 se reunió con el consejero político de esa sede diplomática para presentarse como candidato electoral anti Kirchner, y a su partido como defensor del libre mercado. En 2008, sostuvo en dicha embajada una reunión con Carl Meacham[3], miembro de Staff del Senador republicano Richard Lugar, a quien aseguró que los argentinos deseaban la caída del gobierno de los Kirchner, gobierno al que atribuía carácter antiestadounidense. Incluso en otra visita a la legación diplomática norteamericana en 2011, solicitó que desde Estados Unidos se cuestionara a Cristina Fernández para ganar la presidencia. Cristina Fernández ganó esa elección con más del 54% de los votos computados. Tras su visita oficial a Cuba, Obama realizó una visita oficial a Argentina. Previamente había declarado a CNN en Español, que Cristina Fernández tenía políticas de gobierno antiestadounidenses y que la elección de Macri era un buen cambio para Estados Unidos. La relación carnal se restablece.
Su gestión como intendente de la ciudad de Buenos Aires estuvo marcada por procesos judiciales por contrabando y por crear un grupo de choque contra vagabundos. En ambas ocasiones resultó eximido de responsabilidad. También ha sido demandado por espionaje telefónico contra dirigentes sindicales, discriminación contras las personas de sobrepeso y por recibir financiamiento para su campaña electoral en 2011 de una red de prostitución. Otro proceso judicial se le sigue por haber empleado a la Policía Metropolitana para desalojar violentamente a los trabajadores, médicos y pacientes del hospital siquiátrico Borda, en abril de 2013. El último escándalo, esta vez siendo presidente, está relacionado con la evasión al fisco a través de paraísos fiscales en el caso conocido como «Papeles de Panamá».
El
primer ballotage en la historia electoral de Argentina
Como en todo proceso electoral, las coaliciones o partidos concurrentes, previamente someten a consideración pública su programa de gobierno. El Frente para la Victoria, nombre bajo el que agruparon distintas corrientes favorables a la continuidad de las políticas de la era Kirchner, presentó en 2015 una Plataforma Electoral que hizo énfasis en los éxitos de la gestión de gobierno de la era K, pero era poco propositivo respecto a nuevas propuestas o la profundización de las políticas. Daniel Scioli, el candidato del kirchnerismo, era un candidato que tenía muchos parecidos en lo personal y no muy distante de algunas posiciones del actual presidente Macri[4]. Su campaña trató de girar hacia el centro para atraer votantes resentidos que habían elegido a otros candidatos en la primera vuelta electoral. De hecho, resulta incoherente proclamar en el programa electoral que se quiere profundizar las políticas de inclusión social de los Kirchner y a la vez tomar una distancia más que prudencial del legado de Cristina Fernández, tal y como sucedió en el debate televisado del 15 de noviembre de 2015.
En ese debate, Macri tomó una ventaja ante los medios. Presentándose como un candidato del cambio[5], se mostró más seguro, e hizo parecer a Scioli improvisado y sin propuestas a debatir, como un candidato que sólo podía atacarle a través del miedo. Y se presentó a sí mismo Macri como el candidato de una fuerza política afín al diálogo, creador de consensos. Retomó en su presentación temas de la campaña de Sergio Massa, candidato del Frente Renovador, la tercera fuerza política más votada en la primera vuelta electoral, especialmente en los temas de seguridad ciudadana.[6] En política interna, en el tema de Derechos Humanos, Macri eludió los comentarios y preguntas de Scioli sobre política económica.[7] E incluso hizo algo que como imagen tiene un valor añadido, pues trató de cambiar la percepción de porteño millonario. En contraste con Scioli, cuyo cierre de campaña fue en Mar del Plata y en la Provincia de Buenos Aires, Macri cerró campaña en Humahuaca, provincia de Jujuy, región empobrecida y mestiza.
La gran omisión en el debate electoral entre Macri y Scioli fue el tópico de la política exterior. Obviamente, un gobierno de Scioli hubiera buscado acercamientos a Estados Unidos a la vez que mantenía su compromiso de profundizar la integración regional en el marco de Mercosur y Unasur. Macri en cambio sí mencionó su interés en distanciarse de Venezuela e Irán. Del primero dejó sentado que pediría la liberación de Leopoldo López, quien cumple prisión por la violencia callejera que alentó y cuyo saldo fue de pérdidas millonarias y decenas de muertos y heridos. En caso de no concretarse, entonces el asunto tomaría una connotación grave pues invocaría la Cláusula Democrática para suspender la membresía venezolana. Aunque pueda ser interpretada como una fanfarronada, la destitución de Dilma Roussef en Brasil, y el recibimiento de Temer en Argentina, refuerzan esa posibilidad. Respecto a Irán y el legado de más de 20 años sin esclarecimiento del caso del atentado contra el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), Macri abogó por derogar el acuerdo entre su país e Irán para que los supuestos responsables de ese atentado respondieran ante tribunales de su país.
El resultado del ballotage es conocido: Macri ganó. Así se convirtió en el primer presidente no salido de las filas del peronismo o del radicalismo en la Argentina.
Desastre
a la vista: la política económica y social del gobierno de Macri
Quizás muchos de los que votaron el 22 de noviembre por Mauricio Macri no podían prever o creer que su gobierno llevaría a cabo en poco tiempo y con tanta agresividad una política de ajustes. Ni siquiera desde la izquierda académica se consideraba viable tal opción. En un artículo publicado por Atilio Borón, quien fuera durante varios años el Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y cuya capacidad de análisis y previsión es tomada en cuenta por su objetividad, se valoraba la posibilidad de una política de ajustes paulatina, cuyo costo político fuera menor y acumulativo.
Pese al riesgo de generar con políticas regresivas una temprana pérdida de legitimidad que implicara inestabilidad política, el gobierno de Macri emprendió una ola de despidos que afectó esencialmente al sector público; y que pareciera ser una cacería de brujas contras los militantes o simpatizantes del Frente para la Victoria. Quizás los más afectados guardan relación con el colectivo juvenil Cámpora, que lidera Máximo Kirchner, hijo de Néstor y Cristina. En todo caso, si ese fue el objetivo entonces habría allí otro punto de convergencia con Massa, que es la cara más visible de la centroderecha peronista. Sólo hasta el mes de abril, los despidos sumaban casi 155 mil, en su mayoría del sector de la construcción y metalúrgico, en buena medida como reflejo de la contracción del gasto público. No contento con ello ejerció su veto presidencial contra el proyecto de ley anti-despidos aprobado por la mayoría opositora en el congreso argentino, y presentó como contrapropuesta un proyecto de ley conocido como «Régimen de Promoción del Primer Empleo y de la Formalización del Trabajo». Ese proyecto que en apariencias pretende fomentar el empleo entre el sector de los jóvenes de 18 a 24 años, en realidad es una excusa para exonerar de sus contribuciones fiscales a las instituciones empleadoras bajo el disfraz de «estímulo fiscal». Dicho proyecto además puede servir de pretexto para que los empleadores despidan personas con experiencia laboral al que tienen que pagar mayores contribuciones y lo sustituyan por personal joven por el que pagarían menos salario y contribuciones. Esto es la antesala de una ruptura de los convenios de trabajo y de una reforma laboral neoliberal.
La inflación es otro tema de preocupación para los ciudadanos argentinos, especialmente a los sectores más vulnerables. Si en el 2015 Macri era crítico de la gestión del gobierno de Cristina Fernández porque esta rondaba el 30%, en su primer año de gobierno ha alcanzado casi el 40%. A ello se une el encarecimiento súbito de los servicios de gas, luz y agua, con el recorte del subsidio estatal. Las tarifas se vieron incrementadas entre el 300% y el 700%, sin que se haya renegociado un incremento salarial que permita siquiera paliar la situación, con un salario que perdió además un 8% de su poder adquisitivo. Sólo en los primeros cuatro meses de gobierno, la pobreza aumentó hasta el 34,5% de la población con el incremento de 1 millón 400 mil personas que ingresaron en esa categoría.
En paralelo a su política de eliminación de las retenciones a las ganancias de las empresas mineras y agroexportadoras, Macri está financiando el déficit fiscal con la adquisición galopante de deuda pública. Así estaría revirtiendo el proceso de desendeudamiento de la era Kirchner. Es posible que, según las tendencias, a finales de su mandato la deuda pública argentina sea incluso superior a la de la crisis que generó el «argentinazo» en 2001.
No es de extrañar que el más de 77% de aprobación de su imagen pública tras el debate frente a Scioli, haya descendido hasta el 50% en sólo un trimestre. Esta cifra es aún más baja si los encuestados pertenecen a los sectores menos favorecidos. El impacto negativo que tienen sus medidas económicas en la sociedad argentina ha concitado incluso que sectores divergentes dentro de las organizaciones sindicales de ese país, se hayan puesto de acuerdo para formular un pliego de reclamos acompañados de marchas de protesta.
[1] El peronismo es diverso y contradictorio desde su origen. La gente común recuerda las políticas sociales, impulsadas muchas veces por Evita Perón y atribuidas a Juan Domingo Perón, de quien se olvida sus simpatías por el fascismo italiano y por el nazismo alemán. Se olvida con frecuencia que mientras John William Cook y Alicia Eguren se mantienen como el referente más a la izquierda dentro del peronismo, de conjunto con la insurgencia armada de Montoneros y de las FAR, desde la derecha se articuló Tacuara como grupo armado.
[2] A la soberanía de Islas Malvinas, Islas Georgias del Sur e Islas Sandwich del Sur, hay que añadir su relación con la delimitación de la plataforma continental y la explotación de sus recursos. Sobre este último tema recae parte del escalamiento de las tensiones entre Reino Unido y Argentina durante el gobierno de Cristina Fernández. El gobierno colonial ha autorizado a compañías del sector energético a explorar y explotar yacimientos en aguas de Malvinas. La militarización británica de este territorio colonial no ha provocado una postura de fuerza de Argentina. Es bien conocida la obsolescencia tecnológica militar de las fuerzas armadas de Argentina, y los obstáculos creados por Londres para impedir siquiera su modernización.
El reclamo de soberanía sobre territorios insulares argentinos que Reino Unido mantiene ocupado por la fuerza, concita el apoyo de la población argentina y el respaldo de la gran mayoría de la comunidad internacional. Sin embargo, existe el riesgo real de que a semejanza de su predecesor Ménem, Macri trate de encontrar un régimen de convivencia con las autoridades coloniales británicas que lesionarían gravemente la soberanía argentina. La pequeña población no autóctona que reside en Malvinas, los kelpers, felicitaron a través de su cuenta en twitter a Macri tras su elección como mandatario argentino, concitándolo a trabajar de conjunto en relación con el tema de Malvinas.
[3] Carl Meacham es el redactor principal del informe elaborado tras su viaje a Cuba y publicado como documento por la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado en febrero de 2009. Perteneció al Staff del finado senador republicano Richard Lugar, el de mayor experiencia por el Partido Republicano, y uno pre nominado de ese partido al cargo de Secretario de Estado que finalmente asumió Hillary Clinton.
[4] Era conocido que en caso de ganar las elecciones, Scioli tendría como posible candidato a Canciller al gobernador de la provincia de Salta, Juan Manuel Urtubey, favorable a un acuerdo con las instituciones financieras internacionales. Tanto Macri como Scioli comparten un pasado en torno a la figura del ex presidente Carlos Ménem, quien fuera uno de los más acérrimos defensores de las políticas neoliberales que condujeron a la privatización de la mayoría de los activos del Estado argentino, y al empobrecimiento e indigencia de buena parte de la población. Macri admira a Ménem y lo considera el gran transformador del Estado. Scioli comenzó su carrera política dentro del Partido Justicialista. Ambos candidatos defendían la reducción de impuestos a las exportaciones de soja, la mega minería y el fracking. Tanto Scioli como Macri han sostenido públicamente su rechazo a la legalización del aborto y del consumo de la marihuana. Aunque Macri es capaz de utilizar el tema de la legalización del aborto para forzar al Papa Francisco a tener una relación más cordial tras la fría recepción que le diera en el Vaticano.
[5] La palabra «cambio» tiene un poder de atracción sobre el votante cuando existe la percepción de que el sistema político necesita algo o alguien diferente. Asociar el «cambio» al voto castigo contra un gobierno saliente, perjudica su posible continuidad. Pero se pierde de vista que el “cambio” no siempre está orientado en un sentido positivo, de producir bienestar para la mayoría de los ciudadanos.
[6] El asesor de campaña de Sergio Massa, el español Antonio Sola, había señalado previamente que alrededor de las dos terceras partes de los 5,2 millones de votos que obtuvo Massa en la primera vuelta irían a manos de Macri en segunda vuelta. Es decir, una corriente peronista decidió la elección a favor de Macri.
[7] En retrospectiva, Macri evitó comprometer respuestas en relación con su presumible agenda económica. Primero se ausentó del debate donde participaron todos los candidatos a la presidencia en primera vuelta. Daba por seguro que iría a segunda vuelta, así que rehusó a someterse a una polémica pública donde estarían aquellos cuyos votos tendría que atraer frente a Scioli. El tiempo de ejercicio en el gobierno demuestra que las imputaciones de Scioli acerca de la inflación, los despidos y el incremento de los costos de los servicios básicos, eran verídicas.
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