Contrapunteo

Trump y la sombra del impeachment

5 ago. 2019
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Desde que el mandatario estadounidense asumió la presidencia el 20 de enero del 2017, ha tenido que lidiar con investigaciones, escándalos, filtraciones y renuncias de varios funcionarios gubernamentales de alto nivel. Su capacidad para dirigir la nación americana ha sido fuertemente cuestionada no solo por sus adversarios políticos dentro del Partido Demócrata sino por psicólogos y psiquiatras estadounidenses que han argumentado cómo sus características personales son incompatibles con el ejercicio del poder desde la Oficina Oval. Realmente lo que está detrás de este intenso debate es el interés de amplios sectores en Estados Unidos por lograr un impeachment contra Donald Trump. No obstante, ese ferviente deseo para concretarse depende de la evolución de un grupo de factores de diversa índole.

En más de 200 años de historia de la nación estadounidense, solamente se ha iniciado en dos ocasiones un proceso de juicio político contra el presidente de ese país. La primera ocasión fue en el siglo XIX contra Andrew Jackson y la segunda fue a finales del siglo XX contra el mandatario demócrata William Clinton. En ambos casos, no fue posible lograr la destitución. A partir de las crecientes expectativas y rivalidades que genera este tipo de proceso en la actualidad, la pregunta clave sería: ¿es posible un impeachment contra Donald Trump?

Responder esta interrogante, nos obliga a plantearnos un punto de partida que sería entender el impeachment presidencial como un proceso de naturaleza política que tiene el propósito fundamental de destituir al mandatario de su cargo. Por lo tanto, existen requerimientos legales para iniciarlo y etapas por las que transcurre sujetas a procedimientos específicos que deben cumplirse. No obstante, lo esencial es que debe existir un fuerte consenso político entre los sectores o actores que tienen el propósito de forzar la salida de Donald Trump de la Casa Blanca.

El análisis sobre esta temática, debe comenzar por identificar las cuatro condiciones necesarias que deben estar presentes para que un proceso de impeachment sea exitoso. En primera instancia, deben existir razones o motivos suficientes y de peso que estén en correspondencia con las causales que establece la Constitución de Estados Unidos asociadas a la traición y la comisión de delitos por el presidente. En segundo lugar, tiene que presentarse una solicitud formal ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes. Como tercera condición, debe realizarse una votación en la Cámara de Representantes y la mayoría de los legisladores tienen que estar de acuerdo con la destitución. Por último y como paso definitivo, en el Senado se realiza un juicio político y una mayoría cualificada de dos tercios (67 senadores) deben votar favorablemente por el cese del mandatario en sus responsabilidades al frente del país. Todas estas condiciones evidencian la complejidad de este proceso que está sujeto a las características y peculiaridades del escenario político en Estados Unidos. Por lo tanto, para estimar si es posible esta posibilidad habría que evaluar el contexto actual.

Con relación al escenario interno, un eventual proceso de impeachment está fuertemente condicionado por el hecho que Estados Unidos se encuentra enfrascado en las elecciones presidenciales del 2020, lo que constituye una variable clave en la decisión del liderazgo demócrata para decidirse a iniciar un juicio político contra Donald Trump. En estos momentos, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi y la mayoría del liderazgo, considera que iniciar un impeachment sería un elemento a favor del mandatario debido a que se presentaría como una víctima y le sacaría provecho en el contexto de la contienda electoral. No obstante, existen fuertes presiones de legisladores demócratas por iniciarlo, aunque todavía no alcanzan la mayoría suficiente.

Sobre si existen razones o no a partir del comportamiento de Trump, está claro que a partir de los resultados de la investigación realizada por el fiscal especial, Robert Mueller, el presidente de Estados Unidos no fue exonerado del delito de obstrucción a la justicia. En el reciente testimonio de Mueller ante el Congreso, cuando la congresista demócrata Sheila Jackson Lee le preguntó si una sentencia de obstrucción a la justicia podría acarrear a Trump un largo período en la cárcel después que deje la presidencia, éste respondió con un rotundo sí. Los resultados de esta audiencia han incrementado el debate y los reclamos por la destitución. En estos momentos, existen 113 congresistas que lo apoyan y no es descartable que en el corto plazo esta cifra se incremente.

No obstante, ante una hipotética posibilidad que se de curso en la Cámara de Representantes a esta iniciativa y se logre una votación favorable al juicio político, el principal obstáculo sería el Senado en el que los republicanos ostentan la mayoría con 53 senadores de ese partido. Según los procedimientos, para destituir a Trump se requeriría el apoyo de 68 senadores, lo que en las circunstancias actuales es una posibilidad remota. Esta es una de las razones fundamentales por la que el liderazgo demócrata considera que no es factible iniciar el proceso debido a que sus posibilidades de éxito son muy limitadas.

En esencia, la configuración y el balance de fuerzas políticas partidistas en la Cámara de Representantes y el Congreso, no permiten que existan las condiciones necesarias para la destitución de Donald Trump en el corto plazo. No obstante, el incremento sustancial de las presiones de los legisladores demócratas constituye un factor de peso que podría determinar el inicio de este proceso. Por lo tanto, Trump hasta que termine su mandato estará perseguido por la sombra del impeachment.  
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