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Las intenciones de una misiva: ¿cooperación o intervención militar?

15 may. 2019
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El Jefe del Comando Sur, Almirante Craig S. Faller, recibió el pasado 11 de mayo una misiva sin precedentes. El proclamado e ilegítimo «embajador» de Juan Guaidó en Washington le envió una carta confirmando la disposición del «gobierno interino» para comenzar las conversaciones sobre la cooperación ofrecida por esa instancia militar. Por lo tanto, los golpistas venezolanos como expresa la comunicación están de acuerdo en comenzar la «planificación estratégica y operativa para restaurar la democracia en Venezuela».

Esta misiva supuestamente elaborada por la oposición venezolana, constituye una respuesta del gobierno estadounidense al rotundo fracaso del 30 de abril. Cada paso está articulado desde Washington y responde a instrucciones que recibe directamente Guaidó. Esta acción se inscribe dentro de la estrategia de Estados Unidos para debilitar y quebrantar el compromiso expresado por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, lo que constituye en las circunstancias actuales un objetivo de máxima prioridad.

El contenido de la carta refleja dos aspectos fundamentales que evidencian con claridad su intención de infundir temor y hacerles creer a los militares venezolanos que se adoptarán medidas dirigidas a emplear la fuerza militar. El primero está vinculado a dejar explícito que el Comando Sur tomó la iniciativa sobre la mencionada «cooperación», lo que se concretó el 9 de mayo cuando el Almirante Faller a través de las redes sociales señaló que estaba ansioso por intercambiar sobre cómo podían ayudar a «los líderes militares que tomaran la decisión correcta». Es decir, el mensaje intimidatorio es el siguiente: las Fuerzas Armadas de Estados Unidos están listas para un «plan de asistencia», solo resta discutir su contenido.

El segundo aspecto es la referencia a la «planificación estratégica y operativa», términos que en el vocabulario militar hacen referencia a los denominados niveles en que se expresan la guerra y los conflictos. Por lo tanto, se incorpora una marcada intencionalidad de proyectar la idea que el Comando Sur estaría inclinado a discutir aspectos concretos sobre las características del teatro de operaciones militares en Venezuela, capacidades operacionales, medios a emplear y eventuales fuerzas requeridas para ser desplegadas. Este enfoque constituye un esfuerzo por reforzar que la desgastada frase «todas las opciones están sobre la mesa» no es solo retórica.

A partir del fallido golpe militar, fue evidente que Washington se planteó como pregunta más recurrente ¿qué hacemos ahora? y ante la realidad de una oposición fragmentada y sin capacidad de convocatoria, la reacción natural de Bolton, Pompeo y Faller fue evaluar posibles alternativas para presionar con la amenaza militar, lo que posiblemente se debatió en la reunión del Pentágono del pasado 3 de mayo. Desde ese día, se decidió realizar reajustes a la táctica empleada por el gobierno estadounidense.

La carta trata de darle cobertura y legitimidad a las próximas acciones que Estados Unidos adoptará en el área militar con relación a Venezuela. Constituye una solicitud formal y abierta de «asistencia», lo que comprenderá el inicio de un proceso de intercambios durante un lapso de tiempo suficiente que serán publicitados por la oposición para incentivar el sentido del peligro y la inminencia de medidas de mayor alcance por parte de Washington.

Teniendo en cuenta esta lógica, no es descartable que el gobierno estadounidense decida emplear medios militares más allá del recorrido del barco-hospital USS Comfort previsto para iniciar su periplo en la primera semana de junio. Es posible que el Comando Sur se incline por la realización de maniobras puntuales en el entorno próximo a la nación venezolana, coordine desplazamientos y movimientos en las bases militares cercanas a la nación suramericana y realice pronunciamientos intimidatorios.

Por su parte, la oposición que está atravesando por su momento de mayor desgaste debe redoblar sus solicitudes al gobierno estadounidense insistiendo que el único camino posible para «salvar a Venezuela» es con la ayuda del Almirante Faller y su equipo del Comando Sur, lo que pondrá una vez más en el centro del debate político en Washington si es factible o no el empleo de la fuerza militar. La evolución de los acontecimientos indica que cualquier variante de esta naturaleza está condenada al fracaso debido a que no encontrará respaldo interno ni en la sociedad estadounidense ni en la comunidad internacional.

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