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La eterna rebelión estudiantil

20 abr. 2021
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La rebelión estudiantil ha sido uno de los pilares fundamentales durante la historia chilena. Los años de este siglo XXI en los que se registró mayor actividad y masividad fueron 2001, 2006 y 2011 —algo que no es excluyente para otros períodos de su historia ni el presente— siendo este último el que marcó un significativo avance. Conscientes de que la educación es una de las ramas principales de un sistema mayor, los estudiantes han logrado generar cambios en función del mejoramiento de la educación pública y la mejora de su calidad.

Con el objetivo de relatar y explicar las razones fundamentales de su lucha, el periodista Rubén Andino Maldonado entrevista a los protagonistas del movimiento estudiantil por la educación, y bajo el sello editorial de Ocean Sur, publica las vivencias y experiencias de 31 entrevistados que configuran voces diversas que conforman el libro La rebelión estudiantil en Chile. Una generación con voz propia.

El movimiento estudiantil ha logrado formar generaciones de reemplazo que le otorgan una indiscutible presencia en el escenario político chileno. Así, nuevos estudiantes, desde la enseñanza secundaria hasta la universitaria, van tomando el relevo de las generaciones anteriores, algunos han logrado insertarse como líderes políticos y parlamentarios en posiciones de poder.

Pese a la oposición de poderes formales, el movimiento estudiantil chileno logró poner en debate su demanda de enseñanza pública gratuita e igualitaria de calidad que, con la masividad lograda en 2011, le dio mayor visibilidad al movimiento, consiguiendo la integración y el apoyo de millones de familias que se identificaron espontáneamente con la propuesta del estudiantado. Dejó de ser una protesta meramente educativa para extenderse a otras ramas de la sociedad. Esto se demuestra a partir de lo expresado por Camila Sepúlveda, alumna y presidenta del Centro de Alumnos del Liceo Carmela Carvajal:

No tenemos mucho que perder. Vemos las cosas que están mal e intentamos cambiarlas. Los adultos muchas veces creen que no van a lograr nada y eso les impide moverse. (…) Los jóvenes tenemos la energía para decir sí es posible cambiar las cosas y estamos dispuestos a arriesgarnos.

Demandas como la renacionalización del cobre tienen que ver con la solución, porque allí están los miles de millones de dólares que se necesitan para que la educación chilena sea estatal (…).[1]

La explosión estudiantil iniciada en 2011 no es algo sorpresivo sino que ha sido el resultado de una larga acumulación de un malestar compartido hace tiempo por la mayoría de la sociedad chilena. Los estudiantes son la cara más visible, e incluso, vulnerable y, por tanto, han fungido como suerte de válvula de escape de toda para la inconformidad social acumulada contra el modelo educativo vigente. No es casual, tampoco, que el modelo de resistencia sea generado por los estudiantes, a fin de cuentas, ellos son los que mejor conocen los mecanismos de funcionamiento del sistema social, económico y cultural existente porque, además, lo viven cotidianamente en el ámbito personal.

La lucha por el derecho a la educación es la primera acción masiva que desafía la hegemonía imperante desde hace 40 años en todos los espacios de la sociedad chilena. Es, el movimiento de estudiantes, la primera grieta política en un sistema de dominación que parecía “indestructible”. La idea de que la educación es un derecho universal que debe ser entregado por el Estado es lo que buscan lograr a largo plazo. Así, comenta Alfredo Vielma, vocero de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (CONES):

Queremos una sociedad más equitativa y planeamos la recuperación de la educación como un derecho social integral, pluricultural, equitativo, no clasista ni racista. Buscamos que todos los colegios vuelvan a manos de un Estado que deje de cumplir un rol subsidiario y garantice una buena educación gratuita para todos. Queremos que liceos y universidades vuelvan al sector público y que termine el lucro.[2]     

Con avances y retrocesos los estudiantes seguirán siendo protagonistas de una lucha social por obtener un acceso más igualitario a la educación en Chile. El mayor de los logros del movimiento ha sido demostrar lo costoso que es estudiar en Chile, además de discriminatorio y de mala calidad; lo que, por ende, convierte a la educación en un freno para el desarrollo, no solo de los nacionales sino también, de toda la humanidad.

Ocean Sur propone este libro a los lectores como un aporte necesario e indispensable para comprender el prometedor rumbo de la sociedad chilena que desde poco más de una década proyecta su intención al mejoramiento del sistema educacional de ese país latinoamericano.



[1] Andino, Rubén. La rebelión estudiantil en Chile. Editorial Ocean Sur, China, 2014. p. 17

[2] Íbidem, p.13.

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