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Houtart y su legado en la causa latinoamericana

13 jun. 2017
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La muerte el pasado 6 de junio del sacerdote y sociólogo belga François Houtart, reconocido luchador por la justicia social, estremeció el mundo académico latinoamericano. Houtart falleció a los 92 años en Quito, su última morada y ciudad testigo de varios de sus aportes.

Allí colaboró con la Fundación Pueblo Indio, fundada por el Monseñor Leonidas Proaño y también fue editorialista del diario ecuatoriano El Telégrafo. Fue fundador del Centro Tricontinental (CETRI) que funciona en la Universidad Católica de Lovaina, de la revista Alternatives Sud y el Foro Mundial de Alternativas. Todas fungieron como espacios de reflexión del Tercer Mundo.

Al conocerse la noticia la cancillería ecuatoriana emitió una nota en la cual destacó el importante legado que dejó el académico europeo: «Para nosotros, es motivo de profundo pesar la pérdida de un pensador que ha dedicado gran parte de su vida a la lucha por los derechos humanos y a la Teología de la Liberación. Con alegría en el corazón recordamos las obras del incansable escritor, las que nos mostraron el recorrido de su pensamiento durante muchos años».

Houtart dedicó gran parte de su vida a investigar sobre la economía popular y solidaria, así como la agricultura campesina. Escribió más de 70 volúmenes muchos sobresalieron en la escena intelectual por abordar con inteligencia y crítica constructiva los históricos problemas a los que se enfrenta la región. Títulos como El cambio social en América Latina (1964), Iglesia y Revolución. Religión e Ideología en Sri Lanka. Religión y desarrollo en Asia (1976), Sociología de la religión (1992) El otro Davos (1999), Haití y la mundialización de la cultura (2000), entre otros, dan fe del basto universo abarcado por el intelectual belga.

Aunque muchos cuestionaron su pensamiento marxista —llegó a ser conocido como el «cura rojo»—, su obra trascendió en muchas partes del mundo. Fue conocido también como el «Papa antiglobalización» y tuvo una postulación como candidato a recibir el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, la rechazó.

Houtart impartió clases de Sociología en la Universidad Católica de Lovaina la Nueva entre 1958 y 1990. También impulsó la creación del Foro Social Mundial de Porto Alegre, para agrupar a partidos y movimientos políticos de izquierda.

Houtart nació en Bruselas en 1925 y se ordenó como sacerdote en 1949. A partir de ese momento acompañó las causas de los pueblos del mundo desde la fe. Su activismo político encontró en América Latina un lugar idóneo. La huella de Houtart estuvo presente en los esfuerzos por lograr la paz colombiana al participar en mesas de negociación entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el gobierno colombiano. Además, formó parte del debate con el Partido de los Trabajadores en Brasil para analizar la situación de la izquierda en la nación sudamericana.

Su causa lo llevó a Naciones Unidas también. En el año 2009 asesoró al presidente de la Asamblea General de la ONU, Miguel D’Scoto —fallecido recientemente—. En esa instancia inició el trabajo sobre un nuevo paradigma civilizatorio: el Bien Común de la Humanidad, considerado por muchos como el legado teórico-político más importante y reconocido del autor europeo.

Houtart fue un crítico, de manera constructiva, de los llamados gobiernos progresistas en América Latina y el Caribe. Siempre abogó por desterrar el mito del «cierre de ciclo» en la región y por entender y adaptarse a las crisis capitalistas que tanto daño hicieron, así como la necesidad de construir nuevas alternativas. Cuando la muerte lo encontró estaba inmerso en el segundo tomo de sus Memorias. Allí resume parte de su trayectoria y su mensaje de apoyo a los pueblos del mundo.

Con Cuba mantuvo una relación especial. Tanto fue así que consideró al líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, como una figura diversa y rica, intelectual y hombre de acción al mismo tiempo, visionario que siempre tuvo ideas nuevas. «Con su andar pausado y una voz tranquila, pero firme. La muerte de Fidel era una cosa que podría esperar, pero una noticia que nunca pensé que iría a vivir», dijo Houtart sobre Fidel.

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