Contrapunteo

Enviado de Estados Unidos para Venezuela, un ideólogo de las «guerras sucias»

28 ene. 2019
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El Secretario de Estado norteamericano anunció el 25 de enero la designación de Elliot Abrams como enviado especial de Estados Unidos para Venezuela. Según Pompeo, su misión es «ayudar al pueblo venezolano a restaurar la democracia». Con visible entusiasmo, el designado afirmó que Caracas vive una «crisis profunda, complicada y peligrosa. Quiero empezar a trabajar en esto lo más pronto posible». ¿Quién es Elliot Abrams? ¿Qué mensaje traslada esta decisión y cuáles son sus implicaciones en el corto plazo?

Abrams tiene un amplio historial político y una siniestra experiencia en los temas de América Latina y el Caribe. Durante la Administración Reagan, ocupó varias responsabilidades en el Departamento de Estado en su condición de Secretario Asistente involucrándose directamente en el escándalo Irán-Contra y en la masacre de la aldea El Mozote en El Salvador. En esta última, escuadrones de la muerte entrenados y financiados por el gobierno estadounidense asesinaron aproximadamente 1 000 personas entre hombres, mujeres y niños. Por su activa participación en estos hechos, se ganó el sobrenombre del «Secretario Asistente de las Guerras Sucias».

Como resultado de las investigaciones del Irán-Contra por el gobierno estadounidense, se determinó que Abrams mintió en dos ocasiones al Congreso de Estados Unidos sobre su participación en esta operación encubierta. Aunque fue procesado y sancionado a 2 años de prisión y 100 horas de trabajo comunitario, el entonces mandatario George H W Bush le otorgó el perdón presidencial en diciembre de 1992. 

Después del fraude electoral en las elecciones del 2000 y con la llegada a la Casa Blanca de Bush hijo, Abrams fue convocado para formar parte de la legión de halcones que concibieron e implementaron las proyecciones belicistas, unilaterales y hegemónicas de la Administración Bush desde el Consejo de Seguridad Nacional. Fue uno de los ideólogos y principales defensores de la guerra en Iraq, así como de las concepciones de los denominados «ataques preventivos» y los planes de cambio de régimen. 

Su designación actual fue una decisión estudiada profundamente que, sin lugar a dudas, tomó en consideración su experiencia en el caso específico de Venezuela. Abrams se involucró personalmente en la preparación del fallido golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en el 2002. En aquel momento, se desempeñaba como Director Principal para Democracia y Derechos Humanos del Consejo de Seguridad Nacional y previo a la intentona golpista sostuvo reuniones en la Casa Blanca con el cabecilla aprobado por Washington, Pedro Carmona, con el objetivo de darle orientaciones y asegurarle el total respaldo del gobierno estadounidense. Por lo tanto, el Enviado para Venezuela traslada un mensaje claro de que Estados Unidos no favorece el diálogo sino la confrontación, el conflicto y la desestabilización.

Un elemento interesante es determinar cómo fue posible que Trump aprobara esta designación de Abrams teniendo en cuenta que en el 2017 se opuso a la propuesta de que ocupara el cargo de Subsecretario del Departamento de Estado. La razón principal fue que el ideólogo de las guerras sucias se manifestó contra la candidatura presidencial de Donald Trump, lo que el actual mandatario no perdona. No obstante, se combinaron un grupo de factores que hicieron posible persuadir y convencer a Trump que Abrams es la persona ideal para «solucionar la crisis venezolana».

Otra vez la tríada Bolton-Marco Rubio-Pompeo demuestra su capacidad de influencia en la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe. Después de la designación de Abrams, el Asesor de Seguridad Nacional afirmó: «complacido de escuchar que mi buen amigo Elliot está de vuelta en el Departamento de Estado como Enviado Especial para Venezuela. Bienvenido nuevamente a la lucha». Este mensaje de Bolton no solo refleja la naturaleza de sus relaciones personales y coincidencias ideológicas, sino que es un evidente llamado a redoblar la ofensiva contra Venezuela.

Marco Rubio señaló en las redes sociales: «el nombramiento de Elliot Abrams es una gran noticia. Él es un experimentado experto en política exterior con una larga historia de apoyo a la democracia, la libertad y los intereses nacionales de Estados Unidos». Por su parte, Pompeo enfatizó que Abrams es un veterano de la política exterior con principios y mente dura. Los elogios de esta tríada constituyen la principal evidencia de que, en lo inmediato, solo podría esperarse un reforzamiento de las presiones contra Venezuela, la coordinación de acciones de desestabilización interna empleando la violencia como método principal y acelerar los planes para intentar levantamientos armados dentro de las fuerzas armadas bolivarianas.

Abrams tratará de aplicar su manual de guerras sucias contra Venezuela e intentará demostrar que él es la apuesta perfecta para lograr los objetivos de cambio de régimen del gobierno de Donald Trump, no obstante tendrá que lidiar con el permanente espíritu de lucha y rebeldía de los venezolanos que aman su patria y encabezados por su líder Nicolás Maduro no permitirán que pretendidos enviados imperiales le arrebaten su compromiso por la construcción de un país como lo soñó Bolívar y Chávez.                     

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