Contrapunteo

Cuba, 1ro. de Mayo en aislamiento, ¿qué hacer?

1 may. 2020
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Se extrañará la madrugada bulliciosa en la que miles de capitalinos —como en cada provincia del país— ponen su reloj despertador mucho más temprano que lo normal, para poder trasladarse desde cada municipio hasta la Plaza de la Revolución José Martí.
La noche del 30 de abril no será como en años anteriores, en la que los estudiantes se reunían en las becas, en el campus de la UCI, en los descampados de la CUJAE o a pie de la escalinata universitaria para, guitarra y jolgorio mediante, esperar las doce, la una, los dos, y las tres… para ser de los primeros en organizar sus respectivos «bloques» de pueblo. Los «camilitos», los preuniversitarios, los pioneros, los obreros con su congas, pancartas y banderolas inmensas. Este será el Primero de Mayo del saudade o de la añoranza.
Este año no estarán los vanguardias nacionales, esos que cada año se ubican en la presidencia junto a los principales dirigentes del gobierno, como evidente señal de que en Cuba todos somos hijos del mismo pueblo. No asistirán tampoco a la cita los miles de amigos no nacidos en Cuba, y que año tras año vienen a celebrar en La Habana la jornada de luchas por el proletariado mundial, en el único país donde la gigantesca movilización no es motivo de protesta, sino de fiesta proletaria.
Solo unos pocos marcharán; los miles de estudiantes de Medicina y el personal sanitario que caminarán calle por calle en su habitual pesquisa. Ante los imperativos que demanda la Covid-19, la mayoría del pueblo cubano debe quedarse en casa. Lo hará disciplinadamente para contrubuir al aislamiento social y así detener la cadena de transmisión. Sin embargo, al igual que ocurrió con los aplausos a nuestros médicos y personal de la salud, el maratón virtual protagonizado desde casa, las banderas cubanas que ondean en algunos balcones y las canciones y poemas que nuestros artistas nos han regalado en estos días de cuarentena, la imaginación volará para concebir diversas iniciativas.
Ya puedo imaginar las imágenes en redes sociales: familias con banderitas cubanas de esas que guardan año tras año, se combinarán con gorras y pulóveres rojos, elaborarán creativos carteles con consignas y frases bien cubanas; y algún ducho en photoshop hará un montaje en el que aparezcan todos los miembros de su colectivo laboral.
Los videos, esos que atentan contra nuestros megas, serán dignos de ver. Los rumberos de siempre, desde casa, formarán sus congas; los niños de La Colmenita, como es habitual, nos sorprenderán con sus iniciativas; pioneros, estudiantes de la FEEM y artistas aficionados regalarán sus canciones y danzas en el pequeño espacio que les proporcionan sus locaciones domésticas.
Será un día de celebración, pero también para meditar en los nuevos desafíos que tienen y tendrán los trabajadores cubanos cuando pase la Covid-19. Las complejidades de la pandemia han pospuesto metas necesarias como el cambio de moneda y las nuevas reformas salariales, que tendrán un importante impacto en este sector y nos permitirán acercarnos más a los ideales de equidad y justicia plena a los cuales aspiramos.
En estos meses de aislamiento se han debido tomar medidas como la reubicación laboral, el trabajo a distancia, la opción de mantener interruptos a un grupo de compañeros y compañeras nuestras, el cierre de contratos a profesores adjuntos en algunas universidades. Ante este escenario, ¿qué papel desempeñaron los sindicatos?, ¿han estado a la altura de la demanda social? En algunos casos sí, en otros, lamentablemente no.
Hechos recientes han demostrado que la lucha contra la corrupción hay que mantenerla y no solo es responsabilidad de la policía o el Ministerio del Interior. Cada trabajador tiene el deber de denunciar, de estar alerta, de no ser partícipe. Esperamos que la arremetida contra estas ilegalidades no sea de carácter coyuntural, a consecuecia de la pandemia, sino que se vuelva una práctica constante en el país.
Cuando pasen estos tiempos convulsos, debemos repensarnos cómo hacer que nuestra participación sindical trascienda el pago de una cuota o el encuentro mensual con nuestros compañeros de trabajo para discutir, a veces, lo mismo que ya hemos discutido en otros espacios. También habría que revisar, cuando reabran muchas de las actividades por cuentapropia que han debido cerrar por estos meses, que no se repitan actitudes sexistas, de acoso, incluso, hasta racistas, que en ocasiones anteriores se han producido en este sector por la no exigencia de que se respeten los mismos principios éticos y morales que priman en otros espacios sindicales.
Ante la impotencia de poder marchar por nuestras plazas y cuidades, este Primero de Mayo, miles de personas actualizarán sus estados de Facebook con textos diversos: felicitaciones compartidas, historias familiares, reconocimientos a los destacados de casa, palabras emotivas para todos los que luchan contra la Covid-19 y que son hoy verdaderos vanguardias internacionalistas de las gloriosas jornadas que vive la humanidad.
Lamentablemente estarán los criticones, pero a esos, por esta vez, no les haremos ningún caso.
También habrá algunos que, reacios a la historia, a los panfletos o a las consignas, quizás no quieran tener estas iniciativas en nombre de glorias pasadas. A ellos los invito a que celebren también el Primero de Mayo, no en nombre de un pasado que quizás, por su edad, les resulte distante, sino en nombre de un presente donde los médicos arriesgan sus vidas por salvar otras; donde los medios de prensa en tiempos de pandemia se esfuerzan por lograr la transparencia y honestidad que no prima en otros lugares del mundo; donde varios campesinos y cuentapropistas han donado parte de su producción a los centros de aislamiento; donde un gobierno da la cara —a veces visiblemente agotados por el abnegado trabajo que realizan— y explica cada decisión, tomada muchas veces tras escuchar atento la opinión del pueblo, ya sea la que se dice en la panadería o la que se escribe responsablemente en las redes sociales; un presente donde todo un pueblo se queda en casa para proteger a los suyos.
Eso sí, cuando celebre y marche de forma virtual por este presente que vivimos, tenga claro que es un presente heredero y que se sabe continuidad de la Revolución Cubana, aquella gesta heroica que triunfó también un día Primero.
La jornada de este viernes será diferente. Los estudiantes del ISRI continuarán apoyando el trabajo del Centro de Aislamiento con sede en la UCI; los de la CUJAE, repartiendo almuerzos y comidas a los adultos mayores; otros, permanecerán en casa, estudiando o terminando sus tesis. Pero en la mañana, todos haremos un alto, breve, a las 8.00 a.m. y, estemos donde estemos, nos pararemos en firme y entonaremos las notas de nuestro Himno Nacional; al final, aplaudiremos, un aplauso gigante, simultáneo, de 11 millones de corazones; será un aplauso por la vida, por la humanidad toda.
Tomado de: revista Alma Mater

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