Contrapunteo

Alianza estratégica Estados Unidos–Brasil: La hoja de ruta

27 nov. 2019
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Cuando el 13 de septiembre de este año, el Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, lanzaba junto a su homólogo brasileño, Ernesto Araujo, el denominado «Diálogo Estratégico Estados Unidos-Brasil», se estaba sellando de manera simbólica la alianza estratégica entre ambos gobiernos. Pero lejos de constituirse un tipo de relación basada en los intereses mutuos, se estaba consolidando y estableciendo la hoja de ruta para la subordinación de Brasilia a Washington. En términos prácticos, las autoridades gubernamentales del gigante suramericano estaban institucionalizando la obediencia a Estados Unidos.

Según el comunicado de prensa del Departamento de Estado sobre el anuncio de mencionado Diálogo, ese mecanismo es un resultado directo de la reunión sostenida el 19 de marzo de este año entre Trump y Bolsonaro en Washington. El texto añade que están constituyendo «una plataforma para avanzar de manera conjunta en las prioridades compartidas que se enfocarán en la cooperación bilateral en varias áreas organizadas en tres pilares: apoyar la gobernabilidad democrática, promover la prosperidad económica y fortalecer la cooperación en materia de defensa y seguridad».

En esencia, este lenguaje esconde los verdaderos propósitos del gobierno estadounidense que se traducen en: emplear a Brasil como un instrumento en su política de «cambio de régimen» en el Hemisferio Occidental contra Cuba, Nicaragua y Venezuela; posicionar estratégicamente al capital estadounidense en el gigante suramericano a partir de facilidades para la inversión en múltiples sectores y consolidar su influencia en el área militar y seguridad con la finalidad operacional de fortalecer el control en la región y, especialmente, motivado por factores geopolíticos para «contener» a China y Rusia. Dado el contexto actual, Washington tiene creada las condiciones para lanzar una estrategia en función de estos objetivos.  

La alianza estratégica se estructura a partir de seis mecanismos principales: el diálogo comercial, el foro de hombres de negocios Estados Unidos – Brasil, el foro energético, el diálogo político-militar, el diálogo de industrias de defensa y el foro de seguridad. Estos espacios de coordinación constituyen los instrumentos que ha diseñado el gobierno estadounidense para, de manera acelerada, alcanzar sus objetivos de sometimiento y subordinación de Brasil. Están pensados con una visión estratégica para que sus resultados y nivel de influencia que se alcancen sean prácticamente irreversibles. En ese sentido, durante este año se han concretado varias acciones con un gran nivel de intensidad.

El diálogo comercial entre ambas naciones está orientado a la coordinación de la inversión estadounidense en el gigante suramericano y, en especial, a la negociación de un Acuerdo Bilateral de libre comercio, lo que constituye un interés estratégico de Washington en el que se ha involucrado personalmente Donald Trump. En este contexto, entre el 29 de julio y el 1ro de agosto de este año, el Secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, visitó Brasil y cumplimentó una intensa agenda de trabajo en apenas tres días, lo que permitió conciliar los próximos pasos en esa área.

Como continuidad de este viaje, entre el 4 y 6 de noviembre una delegación comercial de ese propio Departamento realizó una visita a la nación suramericana con el objetivo de organizar cómo el sector de negocios de Estados Unidos participará en los proyectos de infraestructura en Brasil. La comitiva estadounidense estuvo integrada por nueve compañías entre las que sobresalían Greenbriar, Hill International, John Deere y Oracle. Uno de los miembros de la delegación afirmó: «esta delegación representa la comitiva más grande que el Departamento de Comercio organiza para incrementar de manera directa la inversión de capital privado estadounidense en este país y fue concebida para traer más productos estadounidenses y servicios a los proyectos de infraestructura». Finalmente, concluyó enfatizando: «estamos muy contentos por las oportunidades hacia el futuro».

El diálogo político-militar se realizó el pasado 10 de octubre en Brasilia. Por la parte estadounidense, lo presidió el Secretario Asistente de Estado para asuntos político-militares, Clarke Cooper, quien destacó que ambos países sostienen un intercambio franco y abierto para combatir retos compartidos con una marcada prioridad en fortalecer la seguridad regional. Este mecanismo constituye el espacio principal para la coordinación de los pasos que se adoptarán en materia de venta y adquisición de armamentos, lo que permite garantizar resultados satisfactorios del diálogo de industrias de defensa donde participan representantes del denominado Complejo Militar Industrial de Estados Unidos. Además, en este diálogo se intercambia sobre los planes de entrenamiento y preparación de las fuerzas armadas brasileñas por parte de los especialistas estadounidenses, lo que permite desarrollar y fortalecer el proceso de adoctrinamiento de la élite castrense de esa nación.

El foro de seguridad está enfocado en áreas como el tráfico de drogas y armas, el enfrentamiento al terrorismo, los ciberdelitos y los crímenes vinculados a las finanzas. El 18 de marzo de este año, la Agencia de Protección de Aduanas y Fronteras de Estados Unidos y el FBI firmaron acuerdos con sus contrapartes brasileñas en materia de seguridad fronteriza e intercambio de información, lo que sin lugar a dudas consolida la influencia y el posicionamiento de estas agencias federales en el control y monitoreo de fenómenos que ocurren en el gigante suramericano. La tendencia es que este tipo de cooperación operacional debe intensificarse y desde la perspectiva de Washington resulta muy ventajosa debido a que le permitiría el despliegue de oficiales y recursos de estas instituciones en nuestra región.

El funcionamiento de estos mecanismos bilaterales pensados y articulados desde Estados Unidos, se erigen como los instrumentos principales para fortalecer el proceso de dependencia y subordinación que se está desarrollando en estos momentos entre Brasilia y Washington. El gobierno de Bolsonaro ha decidido abrir todas sus puertas al poderío nacional estadounidense en su dimensión económica, política, militar y de seguridad. La punta de lanza en esta embestida son los grupos de poder económicos del Norte. En ese sentido, Trump durante la visita del mandatario brasileño a Estados Unidos fue muy claro y dijo: «la visión de Bolsonaro por liberar el sector privado y la apertura económica es la manera adecuada en que Brasil logrará el crecimiento económico. Las compañías de EE.UU. están listas para participar en ese proceso».

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